Hace casi un año, Morgan era un felino más de la parroquia de Morgadáns, en Gondomar, hasta que un individuo, con la idea de que él era el culpable de la muerte de varios de sus pollos, decidió tomarse la justicia por su mano. Con una de sus armas de caza disparó una serie de perdigones que hirieron de gravedad al animal. El felino, a pesar de las heridas y de haberse caído de un muro, consiguió arrastrarse 40 metros hasta la entrada de su casa donde permaneció 13 horas a la lluvia hasta que una conductora que circulaba por esa zona decidió socorrer al gato.

Así llegó Morgan a Proyecto Gato de Vigo, con más de 50 proyectiles en su cuerpo, paralítico, con la cadera y el fémur rotos, el ojo derecho dañado, pancreatitis y peritonitis. "No podíamos quedarnos con los brazos cruzados y hemos denunciado esta situación", comunicaba la protectora cuando llegó este caso a sus manos.

Las autoridades gondomareñas, Policía Local y Guardia Civil, a las cuales la protectora agradece su trabajo "por su interés, profesionalidad, sensibilidad y atención", investigaron el asunto hasta encontrar al responsable, un vecino de la parroquia que tenía permiso de armas, dado que era cazador, y que terminó por confesar el delito.

Casi un año después de estos hechos, el juicio celebrado esta semana en Vigo sentenció al hombre a tres meses de cárcel, una multa de 600 euros por haber disparado en zona residencial, la aportación económica de los gastos de veterinarios, lo cual asciende a más de 500 euros, y la retirada de armas y su correspondiente licencia. Debido a que no tiene antecedentes, la pena de cárcel fue suspendida.

Además, la protectora amplió la denuncia contra el dueño del gato por omisión de socorro, aunque todavía espera a que les confirmen si habrá juicio o no.

Actualmente Morgan reside en Vigo, en un nuevo hogar de acogida y, a pesar de que los proyectiles se puedan seguir notando en su cuerpo, que las cicatrices de la recuperación sean visibles y que no pueda ver por su ojo derecho, la proyectora hace ver en sus redes sociales que es "un amor de gato" ya que "es muy cariñoso y tiene comportamientos de perro, lo llamas y viene a junto tuya", detalla su actual dueña.

Segundo caso

Este es el segundo caso que Proyecto Gato de Vigo consigue lleva a juicio. El primero ocurrió en 2016 cuando un vecino de la ciudad olívica fue sentenciado a tres meses de cárcel por matar a palos a un felino y dejarlo abandonado al lado de un contenedor de basura. Además se le impuso una pena de año y medio sin poder trabajar con animales.