Una veintena de viviendas en los barrios de Vitureira y Vacaría sufren, según denuncian los vecinos, una serie de impactos causados por la actividad de la canteras. Se trata de una problemática que viene ya de la década de los años 80 cuando se inició la explotación próxima a la zona, situándose muchas de estas casas a menos de cien metros.

"Al principio el principal problema era el polvo y las caídas de piedras, ahora mismo las mayores molestias son los temblores y el ruido, pues la propia pared de la cantera hace de barrera para el polvo y las piedras", indica una de las afectadas que asegura que su vivienda está llena de grietas. La misma explica que por lo que respecta a las vibraciones, "la diferencia es que antes, aunque eran más frecuentes, eran aéreas y ahora son además subterráneas y las cimentaciones de las casas se mueven más". No obstante, considera que "40 años de temblores tienen un efecto acumulativo en las diferentes estructuras, tanto en casas como cuadras y muros, sin embargo no se puede justificar tan fácilmente, llegándonos a decir que es un defecto constructivo". Además, también se quejan de que "ni siquiera avisan con alarmas cuando se van a hacer las voladuras, lo hacían por temporadas pero no siempre".

Este grupo de vecinos asegura que "en 2019 las casas siguen temblando sin control real, son las personas mayores, las que están todo el día en casa las que se enteran".

"Siempre hubo denuncias, no es que durante todo este tiempo nunca nos hayamos quejado", puntualizan. En un inicio las denuncias realizadas por los vecinos eran verbales, fue ya más recientemente, a partir de 2013, cuando comenzaron a registrar comunicaciones de estas incidencias en diferentes administraciones públicas (Concello, Minas y Medio Ambiente de la Xunta, así como en la Confederación Hidrográfica del Miño-Sil) y también en las empresas implicadas directamente, con el objetivo "de ir por la vía diplomática" para conseguir su máxima petición un programa de vigilancia en coordinación con los vecinos".