Los montes de la parroquia gondomareña de Couso parecen haberse convertido en el principal vertedero ilegal de neumáticos de la comarca del Val Miñor. Los comuneros han retirado más de trescientos en año y medio, según calcula su presidente, Xosé Antón Araúxo, que ayer mismo participaba con compañeros de la directiva en otra jornada de trabajo para llevarse las ruedas y entregárselas un gestor autorizado. Fueron más de cincuenta las que trasladaron en una sola mañana y para ello tuvieron que utilizar un remolque de gran tamaño y realizar varios viajes para despejar su entorno natural de un material altamente contaminante, que incluye más de 200 compuestos químicos, muchos de ellos derivados de metales y de petróleo, que liberan sustancias tóxicas al medioambiente.

A lo largo del año pasado fueron en torno a 200 los neumáticos que localizaron e hicieron desaparecer del paisaje. Y este año ya llevan más de un centenar. El mayor foco de contaminación se encuentra junto al mirador del Alto de San Antoniño, monte abajo. De allí se llevaron ayer más de medio centenar. "Tíranos desde arriba e van rodando ata que as para a maleza ao longo dunha superficie de 300 metros. Xa os tiñamos localizados hai uns meses, pero non podiamos pasar para sacalos pola maleza. Agora limpamos o monte e xa puidemos actuar", relata el presidente de los comuneros.

Barreras

La proliferación de vertidos en este punto ha llevado a la comunidad de montes a encargar unas barreras artificiales, para dificultar a los infractores la descarga de piezas. Serán unos bloques de granito junto a la carretera que une el municipio de Gondomar con Tomiño y Tui para que los furgones o camiones no puedan acercarse al talud. Pero también han encontrado este tipo de residuos en otros lugares. "Da Portela e da Fraga tamén sacamos outros cincuenta", asegura.

Hace meses que denunciaron el asunto ante la Guardia Civil pero todavía no hay pistas sobre los autores de estos contaminantes vertidos. Las sospechas apuntan a "algún taller pirata" que no cumple con la normativa que obliga a los establecimientos a declarar las ruedas fuera de uso y pagar a un gestor autorizado para que se las recoja y las destruya o recicle, bien para darles una segunda vida, o bien para convertirlas en materiales como asfalto, césped artificial o pavimento para parques infantiles, entre otros.

Algunos miembros de la sociedad mancomunada dan paseos por el entorno de día para vigilar, pero también son conscientes de las dificultades para atrapar a los autores de estos atentados ecológicos. "Veñen de noite cando non hai ninguén e tiran as rodas en cuestión de minutos", lamenta el presidente.

Destrozos de vehículos

Los focos contaminantes de caucho son ya uno de los principales problemas de un monte castigado por actividades poco respetuosas con el medio ambiente. Según aseguran los miembros de la sociedad mancomunada, son varios los vertidos incontrolados de toda clase de residuos -electrodomésticos, muebles, escombros o restos de poda-, pero también se enfrentan a la utilización de su espacio forestal para deportes como el motocross o los quads. Araúxo apunta a que estas prácticas destrozan las pistas forestales y remueven las tierras, de manera que la entidad se ve obligada a gastar en la reconducción de aguas que discurren por dichas vías para evitar las inundaciones en zonas pobladas.