La primera propietaria conocida del mosaico, Umbelina González Lavandeira, viuda del señor De Puga, según consta en la documentación del siglo XIX, lo heredó de antepasados que lo habían encontrado excavando en la zona denominada el castro, en las inmediaciones del arco visigótico. Al parecer, el fragmento del diseño era más grande pero permaneció años tirado en una finca, por lo que fueron rompiéndosele partes. Así que para salvarlo, los dueños optaron por utilizarlo para confeccionar un mueble auxiliar de madera. "Está sirviendo de cubierta de una mesa con el objeto de que no se estropease porque según me dijeron era mayor y como estuviese tirado lo iban destrozando, y para evitar su total desaparición han hecho aquella dándole la forma de cajón embutiendo en ella el mosaico siendo, dice el manuscrito que lo registró por primera vez.

El documento apunta a dibujos perdidos en partes rotas de la pieza como "castillos y muñecos", habituales en este tipo de diseños marinos, según el arqueólogo Acuña Castroviejo, y que podrían hacer referencia a la fortificación de Balcagia, como los romanos denominaban a Baiona.