Más de 4.000 prisioneros republicanos pasaron por el campo de concentración en que el bando franquista convirtió el monasterio de Oia a medida que ganaba posiciones durante la guerra civil. Condenados al hacinamiento y al hambre, algunos de aquellos hombres dejaron su huella en las paredes del cenobio cisterciense del siglo XII en forma de grabados a lápiz que se conservan prácticamente intactos pese a permanecer durante décadas expuestos a las humedades y al progresivo deterioro del monumento arquitectónico. Como testimonio de una pequeña parte de la dilatada historia del inmueble, la propiedad ha decidido restaurar las pintadas y darlas a conocer a través de una exposición que podrá visitarse en breve. La iniciativa se enmarca en un proyecto de dinamización cultural del conjunto que, en cuanto reciba la autorización de la Dirección Xeral de Patrimonio y del Concello, permitirá reabrir el recinto al público para visitar algunas de sus dependencias, las que presentan las condiciones de seguridad adecuadas gracias a diversas intervenciones de mantenimiento recientes.

La sociedad Real Monasterio de Oia, titular de edificio integrada en el grupo de empresas Vasco Gallega, ha presentado el proyecto de musealización al Ayuntamiento con el objetivo de retomar esta primavera las visitas que suspendió hace dos años por cuestiones de seguridad, ante riesgo de desprendimientos por el grave deterioro que sufre el inmueble. Pero será, una vez más, la Dirección Xeral de Patrimonio la que ponga fecha a la reapertura de las puertas del monasterio en cuanto otorgue la autorización. El departamento autonómico todavía no se ha pronunciado sobre los trabajos solicitados por la propiedad hace meses para sustituir la cubierta del ala norte, que se desmoronó hace un año, por la definitiva. Y, por lo tanto, el Ayuntamiento aún no ha otorgado la licencia.

Los visitantes podrán acceder únicamente al claustro, al patio de armas y a alguna otra estancia cuya seguridad está garantizada según informes técnicos, señalan fuentes de la empresa, que pretende ofrecerles un recorrido didáctico y ameno que ponga en valor el cenobio y su historia a través de paneles explicativos adaptados a todas las edades.

La iniciativa incluye también la recuperación de la huerta monacal, el terreno en el que los monjes que habitaron el monasterio a lo largo de los siglos cultivaron hasta 120 especies de plantas medicinales que procesaban en su botica. La finca, ubicada en la parte trasera del edificio, tiene una superficie de 4.000 metros cuadrados y está formada por cuatro bancales con un sendero en el centro que divide el terreno en cuatro parcelas.

De cumplirse los plazos previstos por los propietarios, las visitas guiadas podrán ponerse en marcha en marzo, mientras que la huerta monacal podrá estar operativa en verano. Una vez obtenga la licencia, Residencial Monasterio de Oia S.A. iniciará la restauración de los grabados de los presos de la guerra, que se prolongará en torno a mes y medio, y los colocará después en una de las salas del cenobio debidamente protegidos para su conservación.

Estas iniciativas tratan de avanzar en la proyección cultural del cenobio, declarado BIC en 1931, que la empresa propietaria persigue desde su adquisición hace casi quince años, a la espera de la rehabilitación integral. La compañía insiste en que su principal objetivo ha sido siempre restaurar el conjunto. Pero la falta de acuerdos políticos a lo largo de todo este tiempo en el Concello para sacar adelante el proyecto urbanístico asociado sigue demorando la intervención.