Por primera vez en la historia de las canteras donde se extrae el internacional granito Rosa Porriño, se expone a la opinión pública sus proyectos de explotación y futura restauración. Estas explotaciones, muchas de ellas activas desde la década de los años 70, nunca contaron con un proceso de participación pública ni tampoco con un proceso de evaluación ambiental, de ahí que el resultado sea "una explotación desordenada en territorio con un impacto ambiental mayor del necesario", indican vecinos de Budiño, uno de los núcleos de población más afectados.

Los representantes vecinales aseguran que "mucha gente desconoce este proceso de exposición pública que da la oportunidad de alegar" y critican "falta de interés por parte de las instituciones públicas y de las empresas de informar al ciudadano de la existencia de este proceso, de ahí que parezca más un procedimiento de regulación interna del sector que de participación pública real".

Concretamente, a día de hoy sigue abierto el plazo, hasta el 7 de febrero, para presentar alegaciones al proyecto de explotación y de futura restauración de la concesión "Benedicta", donde se localizan la mayoría de las canteras de granito de la zona, finalizado ya el plazo para las concesiones de Forna y Eidos. Este colectivo denuncia la falta de consideración de impacto de esta actividad sobre la Red Natura 2000 (ZEC Gándaras de Budiño) y sobre los núcleos de población más afectados como son Vitureira y Vaquería, en Budiño, y Vilafría, en Atios. Reclaman un programa de vigilancia ambiental, que suponga la existencia de "una autoridad real que vigile" y que, consecuentemente, en situaciones como "la caída de una piedra o temblores excesivamente fuertes en nuestras casas tengamos a quién dirigirnos de una manera concreta".

Restauración

Por otra parte, la propuesta de restauración implica únicamente la revegetación con pino y la creación de lagunas artificiales "sin plan de gestión ni evaluación de impacto alguno sobre el medio, sin prever el mantenimiento a largo plazo de las más de cien hectáreas que quedarán abandonadas al final de la actividad e ignorando los nuevos retos del cambio climático como el aumento de la incidencia de incendios, las plagas y enfermedades o la recurrencia de los períodos de sequía".