Ni está ambientado para una fiesta de Halloween esta noche ni ha sido escenario de una película de terror. Tampoco se han registrado allí fenómenos paranormales ni crímenes, que se sepa. Pero hay un apartamento en Nigrán que, a simple vista, puede calificarse como "el piso de los horrores". La humedad es tan intensa que ha destrozado literalmente techos, paredes, puertas y mobiliario sin que su propietario haya podido hacer nada por ahora para remediarlo. "Pago una hipoteca todos los meses por una ruina. Es asombroso. Lo cuento y nadie me cree", lamenta Eugenio Castro, el lucense que adquirió la vivienda en 2013 para pasar el verano con su familia y que tan solo pudo hacerlo una vez. Los daños le han impedido volver a instalarse en la casa y un largo proceso judicial tampoco le ha permitido repararlos.

La pesadilla es consecuencia del derribo de un ático ilegal hace una década, que finalizó sin el correspondiente sellado del suelo. Las filtraciones de agua han hecho su trabajo durante años y la vivienda se ha convertido en una ruina inhabitable. Todo comenzó en diciembre de 2008. El Ayuntamiento instaba la demolición del ático del edificio Areíña, ubicado en el número 3 de la Rúa Vista ao Mar, en Praia América. El dueño lo había construido de forma irregular sobre la terraza comunitaria y una sentencia judicial obligaba a hacerlo desaparecer.

Según aseguran los vecinos del bloque, cuya estructura también se ha visto afectada por la humedad, el derribo se realizó de manera "poco profesional". "Rompieron las paredes y techos y arrancaron el suelo dejando la placa al aire", explican. Una "cobertura" provisional de lona frenó el problema durante los primeros años. "Donde estaba la construcción pusieron una especie de pérgola con una mesa y sillas y cubrieron el piso con plásticos o algún material parecido. No caía agua inicialmente y él decía que estaba corregido el problema", señalan los residentes.

Fue en ese impás cuando Eugenio Castro adquirió el apartamento, de 65 metros cuadrados. "Nadie me comentó nada sobre este problema, me gustó y lo compré", asegura. Tras tan solo unas vacaciones, se vio obligado a colocar plásticos sobre sus muebles muy pronto. "Es que el agua caía a chorro", explica mostrando los rudimentarios sistemas de desalojo elaborados con embudos y tubos dirigidos al exterior.

Pero aún así, en su apartamento, justo debajo de la terraza donde se llevó a cabo la demolición, no se puede casi ni entrar. El fuerte olor a humedad que desprenden los tabiques cubiertos de moho y verdín y la disposición de sillas, cajas o cubos para sostener las lonas dificultan el acceso.

Tras pasar "unos años muy malos" por este asunto, Eugenio Castro parece "ver la luz". El caso ha registrado un avance en el último mes. Los peritos que valoran los daños causados han podido entrar en el ático un año después de que lo ordenase una juez de primera instancia de Vigo. La comunidad ha solicitado presupuestos para reparar el suelo de la terraza y acabar con las filtraciones y está pendiente de la licencia municipal para realizar las obras, que espera empezar antes de final de año.

Después llegará la hora de arreglar el piso más perjudicado por "este sinsentido". El dueño todavía no ha echado cuentas, pero calcula que "serán muchos miles de euros" los que tenga que emplear "porque hay que rehacerlo totalmente". Aparte de la intervención profunda en techos y paredes, tendrá que cambiar puertas, electrodomésticos, cocina, baño y todos los muebles. La instalación eléctrica "seguramente también habrá que cambiarla", añade. Al menos, le consuela pensar que "este mal sueño se va a acabar".