A punto de cumplirse un año de la oleada de incendios que asoló cientos de hectáreas en toda Galicia y que ha tenido ya su réplica en los últimos días en Mondariz, son miles los gallegos que se han visto obligados a talar buena parte de sus árboles para crear las franjas de seguridad de 50 metros alrededor de las viviendas que la Xunta estableció tras el desastre. Aquel decreto del Gobierno Feijóo para dejar de poner en peligro a las muchas familias que residen junto al monte a lo largo y ancho del país se encuentra con una situación paradójica en Nigrán. Si se respetase al cien por cien, espacios protegidos como Monte Lourido -uno de los extremos de A Foz, en plena Rede Natura 2000- se quedaría prácticamente sin un solo árbol.

La obligación que nació tanto para proteger las vidas humanas como la riqueza natural del fuego, también puede suponer la "muerte" de un lugar singular por su paisaje y su valor ambiental, que ha resistido a la invasión de chalés del pasado siglo. Por eso el Concello de Nigrán ha decidido rebelarse y saltársela al menos en parte. "Por suposto que o noso máximo interese é salvagardar a seguridade dos veciños, pero cremos que iso é compatible con conservar Monte Lourido", aseguran el alcalde y el concejal de Urbanismo y Medio Ambiente, Juan González y Diego García Moreira.

La normativa aprobada la pasada primavera prohíbe la presencia de maleza, eucaliptos, pinos y acacias en los primeros 30 metros alrededor de las casas y los permite en el perímetro siguiente de 20 metros, aunque dispuestos a una distancia mínima de 7 metros entre sí. La responsabilidad de que se cumplan estas medidas corresponde a los ayuntamientos, tanto la vigilancia como la ejecución subsidiaria en caso de que los propietarios no cumplan, según el decreto.

Con más de un centenar de expedientes abiertos por fincas todavía sin limpiar, bien para buscar a sus propietarios o bien para sancionar a los que incumplen la ley y pasarles la factura tras realizar los trabajos de forma subsidiaria, el Concello de Nigrán se ha adherido al convenio entre la Xunta y la Fegamp para que sea la empresa pública Seaga la que se encargue de retirar la maleza y los árboles de las citadas franjas de seguridad.

Pero el gobierno municipal se resiste a dejar sin vegetación uno de los principales parajes naturales de su costa, pese a que lo han solicitado los vecinos y a que la Xunta advierte de la obligación de hacerlo. Un grupo de propietarios de viviendas del exclusivo entorno presentó un escrito en el Concello hace meses reclamando la tala total de las especies que pueblan la península, fundamentalmente pinos y acacias, para mantener el posible fuego alejado de sus propiedades. Por su parte la Consellería de Medio Rural insiste en que prevalece la seguridad sobre el interés ambiental o paisajístico de la zona, de manera que el emblemático espacio protegido de Monte Lourido no se salvaría de la tala bajo ningún concepto. El decreto no establece excepciones para este tipo de lugares, recalcan desde el departamento autonómico.

Pero el Concello continuará por el momento con su política de conservación de los espacios naturales. "Hai un par de parcelas preocupantes con árbores preto das casas e esas están pendentes de que Seaga chegue a Nigrán para cortar e despois cobrarlle o traballo aos propietarios", señala García Moreira. En el resto, "realizáronse talas selectivas e estamos convencidos de que non haberá problemas porque non están tan cerca", apunta el edil.

La medida se extiende a Monteferro, aunque allí la aplicación exhaustiva de la normativa autonómica no resultaría tan "agresiva" con la superficie forestal. Se trata de una peníncula mucho más extensa que la de Lourido y con menor densidad de viviendas.