Clementina Ozores Ozores, Tinita, como se le conoce, es toda una institución en su Goián natal, en el resto de Tomiño, con amistades en toda la comarca de Vigo, y más allá... A sus bien llevados 88 años sigue conduciendo su coche y mantiene una actividad constante, ahora centrada en mantener impecables su huerta, su jardín, sus viñedos. Además es miembro activo de la Asociación Pintor Antonio Fernández . El Concello de Tomiño le rendirá homenaje el próximo 9 de septiembre, a las 11 horas, en la Praza do Seixo

"Mi secreto es estar siempre en marcha. Cuando me pongo a trabajar soy como una máquina", cuenta, con su eterna sonrisa, algo pícara. Además está en la fase en que las cámaras de rodaje le son familiares, pues actúa en las películas que rueda el Grupo San Roquiño de Goián, siempre con temática relacionada con la historia, costumbres o personajes locales. ¡Son todo un éxito de público! A esta señora que ha pateado casi todo el mundo, le ilusionaría que el Concello de Tomiño comprase su casa del río "para que sea municipal", precisa. A ella le es familiar el contrabando o pisco que ayudó su la familia de Goián a salir adelante en la posguerra; también conoce la emigración que llevó a su padre hasta Brasil. Sus progenitores invirtieron bien en sus dos hijos y tres hijas, que estudiaron en la universidad.

Tinita comenzó Farmacia, pero al final se decidió por Filosofía y Letras licenciándose en 1953. Su tesis la hizo sobre el coro de la catedral de Tui, un trabajo que sigue despertando el interés en el mundo del arte. Fue profesora en el Instituto de Tui, pero le entusiasmaba el inglés. Tenía ansias de saber. Fue au pair en Londres y estudió el idioma. Después se trasladó a Oxford, donde trabajó en el complejo hospitalario universitario. "Trabajé en la Universidad de Oxford hasta 1976 como técnico en Radiografía. Me mandaron hacer un master en la empresa Kodak, para especializarme", comenta. Regresó a España y trabajó en varios Institutos hasta sacar la plaza de catedrática de Inglés en el Alexandre Bóveda, donde ejerció hasta 1996, haciendo amenas las clases a sus alumnos.

Con sus primeros ahorros hizo su primer viaje a Japón en 1970. Desde entonces ha recorrido los cinco continentes. No olvidará las puestas de sol del desierto australiano, desde Namibia, desde las montañas de Armenia, desde la Patagonia, pero "la más hermosa es la que se ve en Goián".