Hace ya dos años que el emblemático Pazo de Miranda del siglo XVII, más conocido en Baiona como la casa de Teresina, forma parte del patrimonio municipal. Anexo a la casa consistorial, el inmueble fue expropiado por el Concello con la intención de unir ambos edificios por dentro y ejecutar una rehabilitación integral que convierta las dependencias municipales en accesibles. La idea es colocar el primer ascensor de la historia del consistorio y posibilitar al fin que las personas con movilidad reducida puedan llegar al salón de plenos y las oficinas de la primera planta. Fue este interés social el que llevó a al Ayuntamiento a pleitear con la propietaria para conseguir la finca, de 663 metros cuadrados, por la que pagó finalmente 586.686 euros en 2016. Pero ahora el proyecto deberá esperar, al menos hasta el próximo mandato, porque no hay fondos para afrontarlo.

Tras adquirir la vivienda, el gobierno municipal contrató la redacción del proyecto para rehabilitar el conjunto formado por las dos edificaciones y redistribuir los servicios municipales. Según explica el alcalde, Ángel Rodal, la inversión total ronda los 2 millones de euros y la ejecución se dividió en dos fases. La primera, aprobada hace ahora un año, consiste en restaurar, por 1,1 millones, la casa de Teresina, que albergará en el futuro la oficina de Urbanismo y la del Área de Rehabilitación Integral (ARI) del casco histórico. Una vez terminadas estas obras, el resto de servicios municipales se trasladarán provisionalmente también al pazo para iniciar la segunda fase, la de recuperación del actual consistorio.

El gobierno local solicitó a la Diputación una subvención para asumir los costes. Participó en la línea de ayudas que el organismo lanzó a principios de año para la mejora de equipamientos municipales de los concellos con menos de 20.000 habitantes. El gobierno provincial otorgó los fondos a los ayuntamientos vecinos de Nigrán -para construir su futura biblioteca- y de Gondomar -para humanizar el entorno del consistorio-, pero dejó a Baiona sin la financiación para su iniciativa.

El gobierno busca financiación todas las administraciones para llevarla a cabo, pero la inversión es elevada y las líneas de ayudas no suelen llegar a tanto. Rodal descarta en principio tirar de las arcas municipales porque "nuestra obligación es buscar fondos antes de gastar nuestro dinero". Y los ahorros de los que dispone el Ayuntamiento, que rondan los 3 millones de euros, se encuentran comprometidos, ya que el alcalde espera utilizarlos para solventar la mayor parte de la deuda del parking de O Aral, que supera los 4 millones.

Mientras no llegue el apoyo económico externo, el Concello trata de evitar el deterioro del inmueble con el proyecto debajo del brazo. Así lo asegura el concejal de Urbanismo, José Ángel Bahamonde, quien afirma que "está en perfecto estado". Pese a algunas quejas vertidas en los últimos días en las redes sobre las ventanas de la propiedad pública, el edil subraya que "la cubierta está en buenas condiciones, no entra agua y estamos pendientes de cualquier desperfecto para tener la casa lista cuando llegue el momento de rehabilitarla".