Fue la zona cero de la comarca miñorana la fatídica madrugada del 15 de octubre y lo sigue siendo tres meses después. La parroquia nigranesa de Chandebrito no logra despertar de la pesadilla del voraz incendio que acabó con la vida de dos de sus vecinas y arrasó la práctica totalidad de su monte. Mañana se cumple el primer trimestre desde aquella luctuosa jornada y poco ha mejorado el panorama. La lenta burocracia mantiene a los lugareños en alerta. Siguen pendientes de un informe de la Xunta para determinar si hay peligro de avalancha de las enormes rocas que coronan el montículo del castro sobre las 14 casas que lo rodean y el retraso del permiso de Patrimonio les impide cortar la madera para iniciar la repoblación de la superficie forestal, por tratarse de un entorno cargado de yacimientos arqueológicos a conservar.

Las fuertes lluvias de los últimos días no han hecho más que aumentar la preocupación. Sobre todo desde esta semana, tras producirse desprendimientos junto a la carretera de Piñeiros, en la parroquia vecina de Camos. Allí ha intervenido el Concello de emergencia, para proteger el terreno de la bajada de piedras y tierra. Las grandes peñas que los vecinos de Chandebrito observan con desconfianza desde abajo no se han movido por el momento pero el agua provoca corrimientos de tierra y pocos duermen tranquilos. "La gente está inquieta. Hace un mes que vinieron técnicos de la Universidade de Vigo, a los que la Xunta ha encargado el estudio para determinar si pueden caerse, pero no sabemos nada", explica el presidente de la comunidad de montes y de la asociación vecinal O Castro, Víctor Vidal.

La entidad ha acometido obras de urgencia, como la canalización de las escorrentías provocadas por las precipitaciones, la reparación de caminos y muros de protección, pero no puede intervenir en el castro. Ya disponen de un informe de un arquitecto que sí apunta al riesgo de derrumbe y hasta proyecto para colocar mamparas de red metálica similares a las que protegen las carreteras de la caída de piedras. Una intervención que asciende a 136.625 euros y que debe esperar la evaluación oficial que no llega, pese a que la Xunta autorizó de palabra hace ya dos meses. Víctor Vidal espera en cualquier caso que el Ejecutivo gallego colabore en la financiación porque se trata de una cantidad "muy elevada" para las arcas de la comunidad.

La recuperación del monte, con 230 hectáreas comunales y otras tantas de parcelas privadas arrasadas, también está paralizada. "Nos urge retirar la madera pero no podemos porque necesitamos permiso de Patrimonio, dado que hay petroglifos en el terreno", explica el representante vecinal.

Los bienes particulares afectados por el fuego tampoco correrán mejor suerte en su mayoría. Una vivienda ha sido arrasada al completo y hay importantes daños en algunas otras y en diversos cobertizos y maquinaria. Mientras algunos de sus propietarios aguardan las ayudas comprometidas, otros se resignan a las pérdidas. Son muchas las construcciones en situación de irregularidad urbanística al carecer de licencia, por lo que sus dueños no tienen derecho a indemnizaciones.