El bar Palacios; el ultramarinos de Artemia con la zapatería de Constante, su marido, en la trastienda; la farmacia de doña Nieves; el "ferreiro" y su fragua; la castañera Rosa da Ponte; Julia la pescadera, la carnicería de O Marroco; la tienda de Piluca... Los veteranos de Sabarís recordarán perfectamente todos estos personajes y negocios. Formaban parte de la vida cotidiana del barrio allá por los años sesenta del pasado siglo y han vuelto a la "calle", en miniatura,en el belén que ha montado José Ramón Valverde en el bajo de su casa, en A Granxa. Reside en Belesar desde que se casó, hace más de tres décadas, pero vino al mundo junto a la plaza Victoria Cadaval y ha querido recrear las escenas de su infancia en el nacimiento para el disfrute de su familia y amigos.

Es Navidad y se trata de un belén, así que no podía faltar el pesebre en la maqueta de José Ramón, de 3 metros de largo por 1,40 de ancho. Pero lo cierto es que es la plaza Victoria Cadaval la que cobra protagonismo. "Son os meus recordos de neno", explica el autor, que ha recibido la visita de algunos de los protagonistas del montaje en los últimos días.

Debe su afición al belenismo a los cacahuetes bañados en chocolate. Cuando tenía unos 12 años, ayudaba a sus tíos en el cine Avenida de Baiona, en la calle Ventura Misa. "Miña nai dábame 1 peso para volverá casa en taxi. E como o taxista era primo non me cobraba, así que compraba dous paquetes de 'conguitos', que traían as figuriñas, e empecei a coleccionalas para facer o belén. Logo, aos 14 anos, xa empecei a traballar na ferretería La Cruz Roja e xa mercaba eu as figuras", relata.

Poco después de contraer matrimonio, tras dejar el primer nacimiento en el hogar familiar, empezó a confeccionar otro en Belesar. Con el paso de los años, lo ha llenado de construcciones fabricadas artesanalmente por él mismo. "Teño cinco casas, un muíño, un río con auga, a fogueira dos pastores bota fume, os postos da feira dos luns de Sabarís, a praza de abastos... Vou ampliando cada ano", señala.

Ya tiene ideas para las próximas navidades y disfruta viendo cómo sus nietas, de 11 y 8 años, parecen haber heredado su pasión. "Elas xa montan algo á súa maneira e gústalles moito. Pronto me axudarán", espera.