Aunque en un principio solo se contempló como zona afectada la del circuito de cicloturismo, los vecinos estaban seguros que había restos de lindano en más partes y tras los análisis realizados se comprobó que dos bloques de viviendas también estaban afectados, por lo que se elaboró un plan para aislar la contaminación de los edificios, que estaban construidos sobre tierras contaminadas y presentaban fallos constructivos, que eran la causa de filtraciones y de la defectuosa eliminación de aguas residuales.

Los problemas en ambos edificios fueron continuos en el tiempo, agravados también por las obras del encapsulado del lindano, por ello los vecinos demandaron, desde un principio, la concesión de una vivienda fuera de la zona contaminada.

En 2005 se anunciaba el realojo de las familias del bloque afecto, el número 23, en pisos protegidos, un proceso con polémica en las tasaciones, que se dilató un lustro, pues no fue hasta finales de 2010 cuando se concluyó con la entrega de las nuevas viviendas.