No ha muerto ninguno abrasado por las llamas, pero su vida corre peligro. Los cuarenta caballos salvajes que habitan O Galiñeiro se han quedado sin pasto. El fuego ha arrasado por completo uno de los más emblemáticos montes del área de Vigo, ubicado en la parroquia gondomaresa de Vincios, y sus "burras" ya no tienen qué comer. Algunas se han aproximado ya a las zonas pobladas en busca de alimento, con el riesgo de accidentes de tráfico y de invasión de cultivos que eso supone. Sus dueños, ocho ganaderos organizados en asociación, hacen un llamamiento a la población para que los ayude a mantenerlos alimentados en el monte. Han repartido una circular urgente por los colegios e institutos del municipio para solicitar donaciones económicas o en especies. Los interesados en colaborar pueden llamar al 649390075.

Las aportaciones pueden realizarse en forma de hierba seca, paja o pienso para llevar directamente al monte, o bien pueden donarse semillas para recuperar el pasto, "sempre que sexan autóctonas, de roiras inglés ou de trébol rastro", explica el presidente de la Asociación de Gandeiros de Cabalos do Monte Galiñeiro, Manuel Pérez. "Con estas sementes conseguiremos que as burras teñan comida pronto e tamén evitaremos que a choiva arrastre a cinza e o material depositado despois do lume", señala.

Siembra colectiva

La idea es organizar en breve una jornada de siembra colectiva en la que podrán participar todos los voluntarios que lo comuniquen a través del mismo teléfono. Una actividad que "non só axudará directamente a recuperar o monte, senón tamén a dar a coñecer a destrucción do lume e a concienciar", espera el representante de los ganaderos.

La celeridad con la que han actuado les ha permitido trasladar a la mitad de las reses a lugares seguros. Se encuentran en propiedades particulares con cierres que les impiden escapar. Pero la veintena restante continúa vagando por el monte y precisa de forraje para sobrevivir. "Son moi bravos, non se deixan coller", señala Pérez.

La asociación ganadera ha recibido ya alguna donación de paja por parte de colectivos animalistas pero no es suficiente. Por eso sus integrantes han decidido acudir a la solidaridad vecinal. Las ayudas oficiales requieren una tramitación y podrían llegar demasiado tarde.

La actividad de estos amantes de la ancestral cría de caballos en libertad es frenética desde los fatales incendios. Patrullan por el monte a diario, no solo para llevar sustento a las "burras" sino para mantenerlas controladas y evitar que se desplacen a carreteras o fincas particulares. Por el momento no han hallado ningún cadáver, aunque sí lamentan la destrucción total del curro en el que rapan a las reses cada segundo domingo de julio, como manda la tradición milenaria. El recinto era el único de la comarca con cierre de madera y las llamas lo han devorado. Para repararlo sí tendrán que acudir a la financiación de la Administración.