"Margarita" es una burra dócil, cariñosa y sociable. Así la describe su cuidadora, Eva Riobó Ibáñez, monitora de equitación del centro ecuestre Sierra Galiñeiro de Vincios, donde la asna de pelo marrón disfruta de unas "vacaciones" pagadas por el Concello de Nigrán. No es que la administración municipal se dedique ahora a mimar animales, sino que ha asumido su custodia después de que apareciese vagando por la vía pública en Panxón, y le ha proporcionado refugio en el establecimiento gondomarés mientras le busca un hogar.

Se desconoce si fue abandonada o si se escapó, aunque por su avanzada edad y signos de descuido todo apunta a que "pudieron soltarla para deshacerse de ella", explica la mujer que se ha convertido en su ángel de la guarda. "Tenía lesiones en las patas y el lomo a causa de las moscas porque seguramente no había recibido ningún tratamiento y los cascos están deteriorados. Parece que nunca la herraron, pero ya hemos avisado para que se los arreglen", señala.

Un vecino la encontró en plena carretera litoral, en las inmediaciones de la antigua estación del tranvía. La llevó a su finca y avisó a las fuerzas de seguridad. La Policía Local confirmó que carecía del microchip obligatorio y ha peinado la zona para tratar de localizar al dueño. Nadie sabe de quién es.

Un bando del alcalde, Juan González, distribuido por el municipio hace un llamamiento al propietario para que acuda al consistorio a recuperarla y afronte gastos de manutención de estos días. Si no aparece en el plazo de 15 días que marca la normativa, el Concello podrá entregársela a quien se interese por ella, informa el concejal de Medio Ambiente, Diego García Moreira.

Y si tampoco se anima ningún "adoptante", el Ayuntamiento la trasladará a algún centro de recuperación de fauna. La ley ofrece la posibilidad de sacrificar a los animales en estas circunstancias, pero el edil lo descarta rotundo. "Iso non o contemplamos baixo ningún concepto. Buscaremos algún sitio adecuado que lle garanta os coidados que precisa", subraya.

Por el momento, la burra se ha adaptado a la perfección a su domicilio provisional. Allí la han desparasitado y soltado en una finca de 4.000 metros cuadrados con un caballo también mayor "para que no se sienta sola", indica la cuidadora. Los niños que acuden a los campamentos y clases del centro "están locos con ella", asegura. El nombre se lo pusieron las hijas de la monitora. "Les encanta y la han bautizado como 'Margarita'. Y aunque los burros no atienden a su nombre como los perros, sí es capaz de reconocer las voces y se acerca", apunta.