Porque sé que volveremos a vernos, de una manera u otra. Igual que volveré a encontrarme con otros muchos seres queridos que, como tú, me han acompañado a lo largo de mi vida y que forman parte imprescindible de mi historia. Pero si escribo estas líneas hoy, día 18 de mayo, es porque tu marcha sé que la voy a sentir de una forma sumamente especial. No me resulta fácil escribir esta carta porque no sé por dónde empezar a hablar de tus méritos, y porque todos los que tuvimos la grandísima suerte de conocerte los tenemos presentes. Prefiero limitarme a darte las gracias. Por tantas cosas. Por subir desde el Juzgado de Paz de Crecente al de A Cañiza, allá por noviembre del año 2005, para conocerme y proponerme crear la Asociación de Jueces de Paz de Pontevedra. Ya en aquel momento me impresionó tu desbordante energía e ilusión. Y tu humanidad. Creamos la Asociación y también se forjó una familia, la de la Justicia de Paz. Fueron tiempos de Congresos, entrevistas, artículos divulgativos y mucha camaradería. Y una vez más, mucha humanidad. Y me presentaste a tu familia. Y entonces yo pasé de tener una familia a tener dos. Es por eso que hoy despido a alguien que ha sido como un segundo padre, por el que también siento un gran orgullo.

Román no ha dejado de despertar conciencias hasta el último momento, cuando este domingo día 14 el Faro de Vigo publicaba en su sección de Cartas al Director un texto suyo titulado "Donar órganos es dar vida". Pocos días antes, me dio su último, sabio y bien recibido consejo, que me guiará el resto de mi vida. Me quedo con la tranquilidad de que creo que sabía el cariño que le tengo. Aunque no sé si supe transmitirle lo tan agradecida que le estoy y que siempre le estaré. Por haber subido aquel día desde el Juzgado de Paz de Crecente al de A Cañiza, permitirme concocerle y regalarme su amistad. Echaremos de menos sus Cartas al Director, sus artículos en la prensa, sus trabajos de divulgación sobre Crecente, su labor dando a conocer su querida parroquia de Villar y como no, y porque también forma parte de su regalo cultural, las reuniones en O Palancas en torno a una buena lamprea con sus amigos y compañeros de la Justicia de Paz. Pero creo que la labor más importante de Román, independientemente de todo su trabajo intelectual, es la de haber sido una gran persona. Porque ha pasado por esta vida ayudando a los demás. Esta noche brindaré por tí con una copita de tu licor café, como en mi último mensaje te desearé buenas noches, y me despediré con un hasta la vista, Román. Gracias por tu ejemplo. Te echaré de menos.