La cita baionesa con la venta ambulante ha pasado de sufrir la persecución de los poderes públicos a lo largo de los siglos a convertirse en referencia en la comarca. El empeño de feriantes y clientes en reunirse cada lunes en Sabarís se mantuvo intacto pese multas y castigos varios, según explica el historiador local Anxo Rodríguez Lemos, tal y como recogen cronistas como Herminio Ramos, quien daba cuenta en sus "Crónicas de la Villa de Baiona" publicadas en 1925 de hasta dos prohibiciones oficiales de la feria.

La primera, en 1605. En vista de que apenas acudían vendedores a Monte Real, como habían ordenado los Reyes Católicos 108 años antes, el monarca Felipe III envió una carta que amenazaba con penas de 10.000 maravedíes a quienes no cumpliesen. No funcionó y en 1736 el Ayuntamiento acordó prohibir el mercado de Sabarís imponiendo multas de medio ducado en el primer aviso y de expropiación de la mercancía en el segundo.

A partir de entonces, se enviaron tropas en varias ocasiones a desmantelar sin éxito el mercado, cuyos asistentes respiraron al fin tranquilos en cuanto se declaró en ruinas la fortaleza de Monte Real, ya en el siglo XIX.