Un tramo de las pasarelas de madera instaladas en los petroglifos de Chan da Cruz, en Monte Penide, apareció destrozada tan solo tres días después de rematar los trabajos.
La actuación, con la que se pretendía evitar que los visitantes caminen sobre los grabados rupestres para garantizar su conservación, remató la semana pasada con la supervisión de la Dirección Xeral de Patrimonio Cultural. Sin embargo, poco han durado colocadas. Durante la madrugada del domingo alguien arrancó un tramo de cuatro metros de los tablones y se llevó la madera del lugar. Los hechos fueron denunciados ante la Policía y la Guardia Civil, que abrieron una investigación para tratar de esclarecer los hechos.
Según confirmó anoche el concejal de Interior, Arturo González, ya se ha identificado a un vecino de la zona como posible autor de los destrozos. Parte del material sustraído se descubrió por la tarde en un almacén del Club Deportivo Vilar. En los próximos días se estudiará si las tablas pueden aprovecharse y si se emprenden acciones legales contra el supuesto responsable, que al parecer sufre una enfermedad mental.
El arqueólogo redondelano Xurxo Constela Doce, uno de los autores del proyecto de puesta en valor de este importante yacimiento, descubrió los destrozos el domingo por la mañana cuando acudió a la zona durante un paseo por el monte. "Es muy decepcionante ya que no es la primera vez que se atenta contra los elementos patrimoniales de Monte Penide", señala Constela, que considera "lamentable que haya gente que se dedique a causar estos destrozos en actuaciones que son beneficiosas para todos y que no hacen ningún mal al monte".
Este proyecto de las pasarelas supone una continuación de los trabajos para poner en valor la ruta arqueológica de Monte Penide, una de las mayores concentraciones de enterramientos tumulares del noroeste peninsular, y que se localiza entre las parroquias redondelanas de San Vicente de Trasmañó, Cedeira, Santo Estevo de Negros y Cabeiro.
Para reforzar la protección de los petroglifos, el Concello de Redondela decidió construir unas pasarelas de madera sobre dos de los enclaves de arte rupestre emblemáticos del recorrido, concretamente en los conjuntos correspondientes a Chan da Cruz y Poza da Lagoa. Con esta estructura se pretende realzar la exposición de los grabados e impedir que se pisen las rocas, resolviendo uno de los problemas que afectaban al petroglifo de Chan da Cruz, ya que con frecuencia pasaban motos de cross y bicicletas de montaña por encima del yacimiento.
