Cien motores, la mayoría reciclados de pequeños electrodomésticos, dan vida al nacimiento artesanal que el Concello de Gondomar inaugura esta tarde, a las 18.30 horas, en el auditorio municipal Lois Tobío. Es la obra de Fernando Fernández Penedo, un vecino de Borreiros que cultiva desde hace más de dos décadas su afición belenista y que ha logrado atesorar en su casa un mundo en miniatura compuesto por más de 3.000 piezas.

"Todo empezó con mis hijos y una mesa de cocina de 80x80 [cm]", recuerda Nando, que no duda en enseñar los más de 800 metros de cable que se ocultan bajo el gran belén de 40 m2 que le encargó este año, por primera vez, el Ayuntamiento. "Hasta ahora lo montaba en mi garaje y a quien quería verlo le abría la puerta", explica el belenista, agradecido por poder mostrar ahora su obra en un lugar público y "a más gente" , hasta el 8 de enero.

Habilidoso y concienzudo, Nando, albañil de profesión, muestra orgulloso un trabajo que es fruto de largas horas "en el fallado", donde busca la mejor manera de articular las figuras -que compra allí donde encuentra una ganga- y dar realismo a las construcciones, algunas hechas incluso en granito macizo, un material que empleaba al principio pero que desechó "porque pesa mucho".

"Hay piezas que he tardado 4 años en conseguir que funcionaran como yo quería", asegura, mientras señala, como ejemplo, un burro que da vueltas a una noria o un molino que "iba a tres velocidades distintas hasta que conseguí que se moviera al paso del agua del río", como los reales.

Y es que a su creación, que tardó en montar "ocho días", no le faltan detalles. Motivos egipcios, construcciones que emulan las de la antigua palestina, escenas de campo, un acueducto romano y hasta el puente románico de A Ramallosa tienen cabida en el belén gondomareño, que tiene un "hermano" de las mismas dimensiones que se inaugura el lunes en el Centro Cultural de Valladares, en Vigo.

Su labor altruista, documentada en varias páginas web especializadas en belenes, obtiene como única recompensa la admiración de su público, libre de hacer un donativo en una de las huchas que Nando coloca junto al nacimiento y cuya recaudación le permite comprar nuevos elementos para belenes futuros y mantener los actuales.