Baiona reivindicará ante la Xunta su derecho a custodiar su propia historia, la de los objetos que, ocultos bajo tierra o en el mar durante siglos, son devueltos hoy a la superficie en las prospecciones previas a cualquier obra en el casco antiguo. La Casa de la Navegación será clave en este proceso. La Concejalía de Cultura pretende su designación oficial como depósito de material arqueológico, para así evitar que las piezas halladas en la localidad acaben como hasta ahora almacenadas y dispersas en otros centros como el Museo del Mar, en Vigo, o el Museo de Pontevedra.

Para lograr este ambicioso objetivo, el Concello deberá justificar ante la Administración autonómica que dispone de personal técnico para manejar el material y que además cuenta con un espacio de almacenaje apropiado. La arqueóloga Rosa Villar, directora de la Casa de la Navegación, cubriría el primer requisito, lo que dejaría únicamente pendiente la búsqueda de un depósito.

La iniciativa, avanzada ayer por la edil de Cultura, María Iglesias, permitiría incluir estos restos entre los fondos propios del museo baionés, cuya colección se nutre hoy de un buen número de piezas que, aunque recuperadas en la localidad, regresan a Baiona cedidas.

Un ejemplo de ello son las tres piezas de cerámica medievales localizadas en la reciente rehabilitación de la Casa del Reloj que se presentaron ayer en la reapertura de la Casa de la Navegación, cerrada durante el último mes para reorganizar su exposición, renovar sus paneles informativos y mejorar sus condiciones de accesibilidad.

Custodiadas por el Museo del Mar y el Museo de Pontevedra, "son cerámicas de enorme significado para la historia de Baiona y además son únicas en Galicia", resaltó Rosa Villar. En concreto, agregó, se trata de restos de dos vasijas normandas del siglo XIII y otra pieza andalusí también datada entre los siglos XII y XIII, que "dan prueba de que Baiona era ya un enclave comercial relevante en la Edad Media", antes del Descubrimiento de América.

Estas piezas son la principal incorporación a la exposición del museo, que dedica parte de sus vitrinas al comercio a partir del siglo XVI y a la historia de la navegación y de los naufragios que ocurrieron en la costa baionesa.

Pese a su limitado espacio, también reserva un hueco para recordar a las gentes del mar, con objetos y fotografías antiguas cedidos por particulares.