Uno de los edificios más emblemáticos de A Ramallosa ha vertido directamente sus aguas fecales al estuario del Miñor a lo largo de cien años de historia. Primero, como estación del tranvía en la primera mitad del siglo pasado y, en las últimas dos décadas, como centro de la tercera edad del Concello de Nigrán. La concesionaria de los servicios de abastecimiento y saneamiento de Nigrán, Aqualia, acaba de conectar por primera vez el inmueble a la red de alcantarillado. Lo hizo a requerimiento del gobierno municipal, que se percató recientemente de que el espacio de titularidad municipal constituía uno de los principales focos de contaminación de A Foz.

Miles de vecinos y visitantes han pasado por el edificio desde que abrió al público en los primeros años del siglo XX. En su primera etapa como apeadero del transporte público, no existía saneamiento en la zona. Pero el fallo tampoco se corrigió en los años noventa,cuando el Concello lo adquirió y lo convirtió en su centro de mayores, con cafetería y terraza incluidas. "Foron décadas de toneladas de verquidos de fecais diarios sen que ninguén se dese conta", explicó ayer el alcalde, Juan González.

El descubrimiento llegó el pasado día 7 de agosto, durante el divertido concurso de artefactos flotantes "Flota como poidas", organizada por el Ayuntamiento y el negocio cultural Mercado de la Tía Ni de Sabarís. El concejal de Vías e Obras, Rubén Rial, se embarcó para seguir la prueba de cerca y comprobó que del centro emanaban aguas fecales sin control.

La detección de este foco coincide precisamente con una campaña de búsqueda de vertidos iniciada por Aqualia a petición del Ayuntamiento con el objetivo de poner fin a la contaminación en A Foz en el territorio nigranés. Así que los técnicos de la compañía inspeccionaron este punto y confirmaron la sospecha del gobierno local. El inmueble jamás había sido conectado al colector, ubicado a tan solo dos metros de su salida de aguas sucias. Ni siquiera durante la reciente reforma del edificio, en la que la actual concesionaria invirtió más de 80.000 euros antes de reabrirlo al público hace dos años.

La solución al problema fue sencilla por la proximidad de la tubería, explica el alcalde, una vez realizados los trámites para lograr las autorizaciones pertinentes. González no oculta su sorpresa. "O Concello buscaba posibles verquidos e posibles infractores e resultou que a propia Administración municipal era un dos maiores infractores", subraya.