Alrededor de 25 vecinos de Chapela, convocados por la Asociación Afectados por la Ampliación de la AP-9, volvieron a salir a la calle para exigir al Ministerio de Fomento una solución ante los innumerables problemas que están sufriendo por las obras de ampliación de la autopista. Entre sus peticiones vuelve a escena el cese del ruido durante la jornada escolar por parte de las máquinas que están trabajando en la construcción de los nuevos accesos y que se sitúan a escasos metros del instituto.

"Mi nieto llega todos los días a casa quejándose de que con el estruendo de las máquinas no se puede trabajar en clase", denuncia Rosa Sánchez mientras se queja de más problemas. "El paso de los camiones provoca que tiemble toda mi casa y ya se me han roto varios platos y vasos tras caerse al suelo", lamenta.

El cese de la circulación de los camiones por los estrechos viales del municipio es una de las demandas que lleva haciendo el colectivo desde hace varios años. "Estas calles no están preparadas para que pasen vehículos de ese tonelaje, pero a ellos les da igual", explica Francisco Puch, portavoz de los afectados.

Como consecuencia de estas idas y venidas de los camiones que se ocupan a diario de la ampliación de la autopista, ya han sido varias las tuberías que se han roto en los últimos meses, dejando sin agua durante horas a los vecinos. "Solo les importa acabar su obra y no se preocupan de todas las molestias que ocasionan", señala Puch.

A la concentración se sumó Rafael Baltasar, presidente de la asociación y una de las voces que más ha denunciado la obra en la AP-9, que mostró un cierto optimismo respecto al compromiso que adquirió Audasa de colocar pantallas acústicas tras finalizar sus trabajos en la zona. "Ellos nos lo prometieron y tenemos que creerles, pero preferiríamos verlo por escrito", comenta. "Lo peor de todo es que pasan los años y no ves ningún avance, y eso nos desmoraliza. Cada vez somos menos los vecinos que protestamos en la calle", lamenta.

Paso de peatones

A la manifestación llegaron otros vecinos del municipio que, sin dejar de denunciar los problemas que están ocasionando las obras en la AP-9, quisieron protestar por la falta de señalización y de pasos de cebra que hay entre el instituto y el Alto de la Encarnación, sobre todo al encontrarse en medio el colegio público Alexandre Bóveda.

"Los niños se juegan la vida para poder ir a clase. No es normal que en una zona en la que viven miles de personas, que no está deshabitada precisamente, los más pequeños tengan que correr por la carretera para ir a estudiar", señala Basilio Pedreira.

La Asociación Afectados por la Ampliación de la AP-9 promete nuevas movilizaciones para los próximos días "y si es necesario cortaremos la carretera las veces que hagan falta", sentencia Puch.