Alcanzar los cien años está al alcance de poca gente, pero mucho menos llegar a esta edad como una rosa. La chapelana Adelina López Cabaleiro es una de esas pocas excepciones. A pesar de soportar un siglo bajo sus espaldas, su salud de hierro y vitalidad le permiten seguir haciendo cada día realiza las tareas domésticas. Ir a la compra, hacer la comida, fregar y limpiar, e incluso planchar la ropa de su hijo ocupan su tiempo, unas labores que lleva haciendo desde que se jubiló de una empresa del sector pesquero hace ya 35 años.

"Si estoy así es porque Dios mira por mí", afirma. Y es que solo encuentra una justificación divina a su longevidad. "No hay ninguna fórmula mágica para llegar tan lejos, yo nunca hice nada especial, solo trabajé mucho para sacar a mi familia adelante", comenta. Atrás quedaron muchos años de esfuerzo casi siempre en empresas vinculadas al mar, a las conservas y al congelado. "Aunque también trabajé en las bateas del mejillón y en canteras de Chapela, fueron años muy duros y difíciles en los que había que esforzarse mucho", recuerda.

Un tropezón hace cuatro años, al resbalar en un camino al pisar una manzana, supuso su único paso por el hospital a lo largo de su vida, ya que se rompió la cadera y tuvieron que operarla. Hasta esa fecha acudía a diario a misa y trabajaba su propio huerto, aunque la recuperación le obligó a dejar estas ocupaciones. Ahora se entretiene con la televisión en casa -le encanta ver el programa "Luar"- y cuando luce el sol sale a dar un paseo y va a la compra. "Cuando puedo voy a la pescadería, me gusta mucho la castañeta y el bacalao, son mis favoritos", indica.

Adelina celebró ayer su cumpleaños junto a su hijo y una sobrina que le ayuda, aunque las velas las soplará el próximo domingo en una comida familiar en un restaurante de Chapela. La ocasión lo merece.