Con sesiones de entre 20 y 30 minutos, los niños que acuden a las terapias fortalecen sus capacidades psicomotoras, de equilibrio, de coordinación y sociales a la vez que adquieren aptitudes de responsabilidad para con el animal.

Mónica Abrain, monitora encargada de las sesiones de equinoterapia, asegura que los beneficios para los usuarios son rápidos y palpables ya que el contacto directo con el animal provoca en los niños hasta 110 estímulos por minuto como son la vibración del movimiento del caballo al paso o el propio calor que desprende, "tenemos pequeños con parálisis cerebral que no pueden caminar por lo que el caballo finalmente acaba convirtiéndose en sus piernas", comenta Mónica, "esto les otorga muchos estímulos y les fortalece su autonomía ya que ellos mismos hacen los ejercicios subidos al animal sin necesidad de sillas de ruedas", añade la monitora.

El diseño de las sesiones se elabora en colaboración con los fisioterapeutas e incluyen juegos con pelotas, aros o paseos por el monte, siempre con la ayuda de un equipo de voluntarios que ceden sus caballos para las terapias y acompañan a los menores, "son monitores de actividades al aire libre que realizan sus prácticas aquí en el centro o dan apoyo voluntario", comenta Mónica, "gracias a ellos podemos llevar a cabo la actividad y son puntos clave ya que salvaguardan la seguridad de los niños a la vez que hablan con ellos y les hacen compañía", añade.

Entre los perfiles de los usuario suelen predominar los afectados por distrofias musculares, autismo, síndrome de Asperger, ceguera, parálisis cerebral o síndrome de Down, "por lo general son los médicos quienes aconsejan a los padres a traer a los niños a este tipo de terapias y otras veces son los propios niños que vienen los que aconsejan a sus compañeros de escuela", comenta Mónica Abrain.

Durante todo el año la escuela recibe visitas de asociaciones de discapacitados para la realización de terapias puntuales como el trabajo en la cuadra que incluye alimentar a los animales.

Samanta Álvarez, una joven de 19 años afectada por parálisis cerebral, lleva más de 10 años asistiendo a las sesiones de la escuela " además de aportarme estabilidad corporal, equilibrio y control muscular, me aportan un buen estado anímico ya que el ambiente hace que confíe en mi misma y quiera superarme", comenta la joven. Así mismo, los protagonistas de las terapias acaban convirtiéndose en fieles confidentes de los jóvenes, "los caballos son animales llenos de miedos como yo cuando me subo, pero me aportan tantas cosas que sólo los que mantenemos una relación con ellos lo podemos entender", añade.