Punto y final a más de dos años de polémica en Gondomar. El tanque de tormentas se despide definitivamente del centro urbano. El Concello dio carpetazo ayer al malestar vecinal al iniciar los trabajos para recuperar la zona verde ubicada junto a la confluencia de los ríos Miñor y Zamáns, en la intersección de las calles Curros Enríquez y Baixa Redonda. Un espacio público convertido en escombrera desde mayo de 2013, cuando Augas de Galicia excavó la gran fosa en la que preveía colocar el depósito que retendría las aguas fecales y pluviales procedentes de las parroquias altas del municipio para evitar desbordamientos en la depuradora y frenar la contaminación en A Foz.

Operarios del departamento de Vías y Obras allanaron ayer el terreno, en el que la próxima semana se verterán varios camiones de tierra para dejarlo en condiciones de albergar un área de recreo con árboles y mobiliario urbano en plena ribera fluvial. Lo hacían acompañados de un grupo de vecinos de la urbanización continua de As Garzas, los que lideraron las reivindicaciones, que querían ser testigos del fin de su problema. "Estamos superfelices después de dos años y medio de lucha sin que nos hicieran caso. Es un momento histórico", manifestaban.

Junto a ellos, el tripartito municipal PSOE-Manifesto Miñor-CABE. El alcalde, Paco Ferreira, y los ediles Iria Lamas, Pauliño del Río, Jimena Varela, Josué Villar, Nuria Lameiro y Antonio Araúxo dejaron constancia del cumplimiento de la promesa electoral de desterrar el controvertido tanque de tormentas de la localidad y felicitaron a los afectados por haberlo logrado "entre todos". Y es que el depósito debe alejarse de las viviendas, señaló el regidor, que propone llevarlo río abajo a un punto en el que no moleste.

La controversia que culminó ayer tiene una larga historia de quejas ciudadanas y debate político. Después de casi un año de protestas contra los malos olores y ruidos que podía traer consigo la instalación, las obras quedaron paralizadas al entrar en concurso de acreedores la constructora. El Ejecutivo gallego anunció una nueva licitación del proyecto que nunca se produjo y el gran hoyo derivó en foco de insalubridad, con estancamiento de aguas, hedores y proliferación de ratas.