Ningún baionés se imaginaba en 1965 lo que sería hoy la Festa da Arribada. Ni siquiera sabrían buena parte de ellos que su humilde villa marinera, cuyo potencial turístico todavía calentaba motores, había sido la primera en conocer la noticia del Descubrimiento de América cuatro siglos atrás. Fue seguramente aquel año cuando la gran mayoría tomó conciencia del relevante papel de su tierra en la historia. Concretamente, el 22 de marzo. La plaza Pedro de Castro acogía la inauguración del monolito que conmemora la llegada de la carabela La Pinta a la localidad con la primicia de la existencia del Nuevo Mundo. Una fecha histórica que cumple medio siglo y que este sábado, día 28, volverá a rememorarse, con especial protagonismo para uno de sus principales artífices: Ángel Fernández González, autor del monumento, conocido como "Angelito Vernet". El Concello de Baiona le impondrá a las 12.00 horas su Lazo de Honor a título póstumo en el salón de plenos. Será media hora antes de la ofrenda floral prevista ante la propia roca esculpida, seguida de una visita guiada por la Ruta Pinzoniana. Todo en recuerdo de aquella jornada que dejó huella en la actualidad de la época.

Este diario dedicó algo más de una página al acontecimiento, con reseña y fotografía en portada. Se hacía eco de la solemnidad de la fiesta, de la presencia de personajes como Gregorio Marañón -primero por la derecha en la fotografía superior-, director del Instituto de Cultura Hispánica, entidad estatal que había promovido la colocación de la piedra labrada que dejaba constancia de la importancia de Baiona como primer destino de regreso de la ruta colombina. Mencionaba a innumerables asistentes, como el escritor José María Castroviejo -segundo por la izquierda en la imagen, junto al cantero Ángel Fernández-, y a cargos públicos nacionales, regionales y locales, como el alcalde, por aquel entonces José Pereira Troncoso.

Corresponsales de FARO del momento habían realizado un seguimiento de los preparativos del acto. Relataron con pintorescas imágenes el traslado de la piedra desde Os Marcos, un punto del monte de A Groba en la parroquia de Baíña. Sus dimensiones, de 4 metros de altura y 17 toneladas de peso, habían requerido el uso de un camión de la compañía Fenosa de 14 ruedas y la intervención de 11 hombres.

La operación había sido dirigida en todo momento por el propio "Angelito Vernet". Como él mismo decía, "para ser bo canteiro hai que ser tamén bo monteiro". Por eso visitaba con frecuencia las canteras del entorno, de donde sacaba la materia prima que después convertía en arte. Formado en sus primeros años por los mejores maestros, son docenas las obras que esculpió a lo largo de su vida. A los incontables adornos de casas de abolengo en la comarca y Vigo, se suman elementos religiosos en la antigua colegiata baionesa, las escaleras de caracol de la Virgen de la Roca, escudos como el del Parador Conde de Gondomar, el de la fachada del Concello de Nigrán, o cruces en cementerios parroquiales, entre otros. Así lo explica Anxo Rodríguez Lemos, secretario de la asociación cultural Cristóbal García Sarmiento.

Por su legado artístico y el cariñoso recuerdo que despierta entre los baioneses, el Ayuntamiento dedica una de sus más altas distinciones a la figura de este vecino, que nació en San Pedro de A Ramallosa en 1910 y se trasladó a la villa en 1933, al casarse con Carmen Vernet, por cuyo apellido se le conoció a él desde entonces y a toda su familia. Ambos fallecieron trágicamente en 1981 junto a uno de sus nietos. Él atropellado por un autobús con el pequeño y ella, horas después, por un posible infarto al conocer la terrible noticia.