Hace unos días que la Virgen de la Roca vuelve a ver el mar, liberada de los andamios que han permitido atender los achaques acumulados durante más de ochenta años. La imagen volvía así a presidir el monte Sansón revitalizada, pero en soledad hasta que ayer el Concello volvía a abrir al público, tras cuatro meses clausurado, el monumento, obra del arquitecto Antonio Palacios.

Radiante a pesar del cielo nuboso, la estatua, uno de los principales emblemas de Baiona junto a la réplica de la carabela Pinta y la fortaleza de Monterreal, recibió a sus primeros visitantes que, por un módico precio de 1,50 euros, acceden a su interior por una escalera de caracol en piedra por la que ascienden hasta la barca-mirador que la Virgen sostiene con su brazo derecho.

Desde allí, la vista impone. Tanto si uno la dirige hacia el mar, ese por el que en 1493 llegó la noticia del Descubrimiento de América, como hacia el rostro de la Virgen, tallado en mármol por el escultor Ángel García, también autor de las manos de la imagen.

A punto de que se cumplan 84 años desde su inauguración, la lluvia y el viento habían hecho mella en la Virgen de la Roca, que necesitó un "lifting" integral para evitar un deterioro mayor y alejar el riesgo de desprendimientos.

Ocho personas, de la empresa de restauración Proyecto Arte se encargaron de acometer la rehabilitación, que debido a su complejidad se prolongó durante casi dos meses y medio y costó al Concello algo más de 57.500 euros.

Los mayores esfuerzos se centraron en la parte alta de la estatua. En concreto, se repararon las grietas del arco que rodea la corona y se desmontaron dieciocho piezas de granito con brechas y problemas de adherencia para sanear el esqueleto de hormigón y hierro que presentaba degradación por filtrado de agua y oxidación.

La restauración de la cruz y su mosaico completaron la obra, junto con la rehabilitación de las manos de mármol y la limpieza general del monumento, al que se aplicaron productos para impermeabilizar y mejorar las condiciones de conservación del histórico monumento.

Entre los cambios más evidentes, es el labrado de los cubos de hormigón que antes sustentaban el arco y que se han modelado siguiendo la forma del resto de la estructura. La otra reforma sustancial es el recubrimiento con "polvo de granito" realizado la barca de hormigón que sujeta la Virgen, lo que ha permitido dar un aspecto más uniforme al conjunto.