No importa la edad, la procedencia ni los hábitos relacionados con el tabaco: las playas libres de humos parecen convencer a aquellos que disfrutan de la arena de las cuatro céntricas playas baionesas que rodean la península de Monte Boi. El Concello lleva 2 años a la cabeza de los municipios españoles con playas libres humo. En realidad, la competencia es poca: únicamente la localidad de L'Escala (Girona) y el municipio canario de Mogán acompañan a los arenales de A Ribeira, Os Frades, A Barbeira y A Concheira como espacios en los que las colillas no son bien recibidas.

A Concheira ha sido la última incorporación a esta iniciativa del gobierno local que, desde el verano de 2012, lleva a cabo esta campaña con el objetivo de evitar la presencia de colillas en la arena y aumentar la conciencia sobre los efectos insalubres del tabaco. "Sobre todo por la higiene", apunta Carlos, jubilado baionés que pasea por estas playas. "Al fin y al cabo, estás en un espacio abierto", señala; y, ante la dificultad de controlar que los bañistas fumen, "al menos sí podemos controlar que los residuos no vayan a parar a la arena ni al agua".

Este es el gran problema de mezclar el tabaco con los arenales para Visi, una turista zamorana que se declara "tajantemente en contra del tabaco". Asegura comprender las razones medioambientales alegadas por el Concello para declarar sus arenales libres de humos. "Las colillas que dejas son un contaminante horroroso, que se llevan las mareas y tarda años en desintegrarse". Su hija María, aunque fumadora, también entiende las medidas tomadas:"Hay gente que no tiene ningún cuidado ni respeto. A mí, también me molesta el humo ajeno y no entiendo que haya personas a las que le cueste entenderlo".

La conciencia del fumador

"Si tienes un poco de sentido común, lo lógico es guardarte los residuos donde sea y tirarlos cuando sales de la playa; y habla un fumador", dice Borja, turista procedente de Miranda de Ebro. Para él, las prohibiciones respecto al tabaco no suponen un problema, aunque entiende que "hay gente que lo lleva peor" pero, al fin y al cabo, considera que esta medida puede resultar tan beneficiosa como la prohibición del tabaco en espacios cerrados, algo que "a muchos fumadores nos ha venido bien". Cristian, uno de los socorristas de las playas miñoranas, asegura que este tipo de normativas se quedarán en un intento fallido si no se toman medidas de concienciación más profundas. "Los usuarios de la playa no suelen amedrentarse ante nuestros avisos; al no haber sanción económica, le restan importancia", confiesa el joven, que considera que la colocación de la indicativa bandera verde "no cambia la mentalidad de la gente".

Desde su privilegiada posición en el chiringuito de A Ribeira, donde trabaja, Rubén bromea: "Me parecería genial que nadie fumase en la playa y todos vinieran a mi chiringuito", donde sí está permitido fumar "pero, al fin y al cabo, siempre se ha fumado en la playa" por lo que, opina, "será muy difícil cambiar el hábito".

Además del aspecto medioambiental, Jaime -procedente de Salvaterra y padre de dos niños- destaca el respeto por los demás bañistas y, sobre todo, por los niños. Como afirma Borja, esta medida es un paso en positivo hacia la conciencia medioambiental y el respeto mutuo: "Se trata de dar el paso; si este paso no se diese nunca, nada mejoraría".