Los considerados abuelos de Galicia, ambos con 107 años de edad, fallecieron en el día de ayer separados de no demasiados kilómetros. Salvador Domínguez, en Paramos (Tui), y Antonio Arenosa, en Ponteareas, dejaron este mundo después de haber vivido nada menos que 107 primeveras gozando, en ambos casos, de una envidiable salud.

Antonio Arenosa falleció ayer en la residencia Santa Ana de Ponteareas, donde residía desde hace más de 27 años.

La concejala de Servicios Sociales, Rosa Carrera, señaló que se marcha un hombre extraordinario no por su larga vida, sino por su carácter y sabiduría.

Vigués de nacimiento, Arenosa será enterrado en la ciudad olívica, si bien sus restos se encuentran en el tanatorio de Ponteareas.

A pesar de que hace un mes no se encontraba del todo bien, su propia decisión fue quedarse en la residencia y cumplir uno de sus deseos, "morir allí", porque esa era su casa y se sentía bien tratado por el personal, al que consideraba su familia.

Poeta, experto en cálculos, pero, sobre todo, pensador, pasó parte de su vejez pensando cosas como "¿Dónde es el centro del Universo?", o "¿Dónde empezó el tiempo?". "Busco mis respuestas y las encuentro", indicó. "El centro del universo es cada persona, todo está a nuestro alrededor y es infinito..."

En una entrevista realizada con motivo de su cumpleaños para este periódico, destacó que de su vida lo más importante fue el amor. "El amor fue todo en mi vida... la esencia de mi vida", afirmó y añadió que que en este caso tiene el nombre de Celia, la mujer con la que vivió durante cincuenta años, y aunque se casó otras veces, "fue a quien amé y adoré".

Por su parte, Salvador Domínguez abandona este mundo al poco de cumplir tan envidiable edad. Sopló las velas de todo un récord que incluyó un pequeño homenaje y la asistencia de buena parte de la familia más cercana.

Su sobrino César Domínguez Fernández, residente en Chapela, hizo las funciones de biógrafo, entonces, ante el anciano, bastante ausente a pesar de estar tan acompañado.

La vida de Salvador tenía su epicentro en Paramos. Siempre vivió en esta parroquia, dedicándose a trabajar el campo. Incluso cuando un ápice de energía le espabilaba, preguntaba a los suyos "¿Qué hago yo aquí? ¡Dadme trabajo!" , reclamba. Dicen si tuvo un desengaño amoroso de joven y nunca más quiso saber de novias y por eso sigue soltero y sin compromiso. Era la persona más longeva del municipio de Tui y, según dicen, ocupaba el tercer lugar entre los hombres de mayor edad de Europa, detrás de un italiano de 111 años y del propio Antonio Arenosa, que era cinco meses mayor que él.

"Estaba casi todo el día fuera de casa, en el campo trabajando, o hablando con los vecinos de las cosechas u otros temas que les entretenían", decían de Salvador, a quien un hecho histórico marcó su vida: el aterrizaje de Charles Lindberg en aguas del río Miño, a la altura de Caldelas, en una tarde lluviosa del año 1933. Como cuenta César Domínguez, la impresión que le causó aquello hizo que inventase un juego utilizando dos carretes e hilo, por el que se deslizaba un pequeño avión.