A Picaraña pervive con menos adeptos

Los rayos de sol iluminaban ayer A Picaraña. Sin embargo, no fueron suficientes para que su romería del 1 de mayo fuese como antaño. Los asistentes coincidían ayer en señalar que esta cita religiosa cada vez cuenta con menos adeptos. Es el caso de Paloma Álvarez, quien afirmaba que hace poco más de una década el número de devotos era mucho mayor. "Antes incluso había que esquivar a la gente", indicaba.

Los pocos que mantienen la tradición subieron al monte a pie desde parroquias como Arcos o San Lorenzo de Oliveira, o barrios ponteareanos como Canedo. Entre ellos se encuentra Andrea González, que caminó desde el centro cultural de Arcos hasta A Picaraña por el "Roteiro dos Penedos", con un grupo de unas 30 personas. Andrea comentaba, mientras almorzaba en un puesto de venta de pulpo, que de este festejo le atrae más el "contacto con la naturaleza" que su carácter religioso. Otros también llegaron a la cima en bicicleta o a caballo.

A las doce del mediodía se celebró la tradicional misa campestre en la capilla, con su procesión, en la que los fieles rodearon la cruz.

Más abajo, en el albergue, acampaban los más jóvenes desde la noche anterior. No obstante, el número de tiendas de campaña también se ha reducido, debido a que la Xunta prohíbe desde hace unos años la acampada libre.

Cerca del albergue se encuentra el merendero, en el que algunas familias como la de Generosa Martínez se reunieron para comer: "Ayer (por anteayer) estuve cocinando toda la tarde para venir aquí; lo hago siempre". Generosa señalaba que "hace años, veníamos lloviera o hiciera sol, con las cestas en la cabeza y con garrafones de vino; ahora esto sigue siendo bonito, pero más pequeño".