Un plan ambicioso para proteger un lugar "único". Esto es lo que se propone el Concello de Baiona para recuperar el extraordinario entorno de cabo Silleiro, un espacio natural abierto al Atlántico que acoge las abandonadas instalaciones de una antigua batería militar y que cuenta con dos faros -uno de ellos todavía en uso-. Para ello podría beneficiarse de la próxima subasta del recinto castrense anunciada por el Ministerio de Defensa, pero también del plan con el que Fomento pretende ofrecer a la iniciativa privada la explotación de faros como establecimientos hoteleros.

Por el momento el alcalde, Jesús Vázquez Almuiña, se muestra prudente, pero no oculta que el atractivo que ambas iniciativas tienen para el Ayuntamiento, cuyo propósito es "proteger y habilitar la zona para el disfrute de vecinos y turistas", indica.

Es por eso que el Concello ya ha comunicado a Defensa su interés por adquirir la batería militar. "Nos han dicho que el procedimiento administrativo está en marcha pero en fase inicial", asegura Vázquez Almuiña, que aguarda el envío de la documentación con las bases de la subasta para valorar las opciones reales de hacerse con las instalaciones, que ocupan 144.000 metros cuadrados.

"Nos gustaría conservarlo como un espacio medioambiental con posibilidad de organizar visitas a sus más de 200 metros de galerías subterráneas", señala el regidor.

No es la primera vez que se plantea la recuperación de la zona. Almuiña recuerda que en 2008 el Ministerio de Medio Ambiente inició una negociación con Defensa para hacerse con los terrenos, pero aquel proyecto "se frustró con la crisis", apunta.

Tampoco es nueva la pretensión de convertir el faro de Silleiro en alojamiento turístico. "Hace unos años planteamos a la Autoridad Portuaria de Vigo, que tiene la propiedad, la posibilidad de crear un albergue juvenil con 12 habitaciones", afirma Vázquez Almuiña, que explica que la iniciativa estaba inspirada por el proyecto "At-Lights" al que se sumó la asociación Villas Marineras a la que pertenece Baiona.

Hace dos años se intentó aprovechar el reconocimiento del Camino Portugués por la Costa, que pasa a escasos metros, para habilitarlo como albergue de peregrinos. "Lo hablamos con Xunta y Autoridad Portuaria, pero el problema es que, aunque técnicamente está deshabitado, los fareros aún utilizan las instalaciones", lamenta el alcalde, que en todo caso propone a Fomento el antiguo faro, más próximo al mar y este sí abandonado y en ruinas.