Los bidones cargados de materiales tóxicos en la cantera abandonada de Vilas, en la parroquia gondomareña de Morgadáns, podrían suponer un riesgo de contaminación para el agua potable que reciben los vecinos del barrio de San Roque. Así lo asegura el presidente de la Entidade Local Menor de Morgadáns, Urbano Esmerode, que exige a la Xunta la recuperación de la concesión de los terrenos donde se ubica la antigua mina con el fin de sellarla y evitar cualquier peligro para la traída vecinal que afecta a más de 150 vecinos del citado barrio.
Esmerode manifestó su preocupación por la presencia de los recipientes plásticos denunciada esta semana por la Plataforma en Defensa da Serra do Galiñeiro en la antigua cantera de granito, que se encuentra en el lugar de Xiráldez. Según indica el pedáneo, los bidones están depositados a pocos metros de los manantiales donde la red de suministro vecinal de San Roque realiza sus captaciones de agua. "Cualquier incidente con los contenedores podría romperlos y hacer que los aceites y combustibles que contienen se derramen hacia las citadas recogidas de agua", explica.
Nada más conocer la alerta de la plataforma que integra a cuarenta colectivos, Esmerode comprobó que los bidones continuaban donde los propietarios de la cantera los habían dejado tras más de un año sin actividad y solicitó al agente forestal de la zona y al ingeniero que presta servicio a la Entidade la elaboración de un informe para remitirlo a la Dirección Xeral de Industria, Enerxía e Minas como documentación de apoyo a la solicitud de recuperación de la titularidad de los terrenos.
La Entidade Local Menor pretende sellar la explotación, que funcionó durante más de quince años y paralizó su actividad hace dos, y plantar árboles autóctonos con el objetivo de minimizar su impacto ambiental y recuperar el espacio para el disfrute público.
La de Vilas no es la única cantera que la pedanía quiere devolver al patrimonio público de Morgadáns. Según Esmerode, existe otra en proceso de cierre, en el lugar de Periños, en el barrio de Prado, para la que tiene los mismos planes.
No es la primera vez que la Entidade convierte una cantera abandonada en un espacio de ocio para los vecinos. Hace años lo hizo en Lapido, también en Prado, donde además de reforestar la zona, habilitó un lago artificial en el que habitan patos y ocas.
La riqueza granítica de su subsuelo y el boom inmobiliario convirtieron a Morgadáns en territorio de minas. Al menos cuatro canteras de granito llegaron a operar simultáneamente hace una década. Hoy solo queda una en el barrio de Vilas.