La nostalgia empuja a numerosos nigranenses a visitar el Pazo de Cea tras su reapertura al público como salón de eventos. Sus jardines esconden secretos de infancia de muchos de ellos y sus paredes encierran anécdotas que pocos conocen en el municipio. Investigadores de la zona, entre los que se encuentra el estudiante de Filosofía Omar Martínez Alejos, recopilan datos para arrojar luz sobre la historia de la casa solariega y la familia que la habitó. El estudio se desarrolla paralelamente a la reciente apertura del recinto a cargo de la sociedad Organiza Nigrán, que ofrece bodas, congresos y toda clase de reuniones en los jardines y en un moderno pabellón construido en la parte trasera del edificio. El interior del inmueble, todavía en obras, se convertirá en un hotel rural con encanto de cuatro estrellas el próximo año.

Uno de los datos más contrastados sobre el pazo, distinguido como monumento histórico artístico y bien de interés cultural hace décadas, es su fecha de construcción, en el último tercio del siglo XVI a cargo del por el entonces abad de la Feligresía de Nigrán, Juan de Cea, un personaje cuya biografía resulta todavía desconocida, afirma Omar Martínez Alejos, cuyas indagaciones se centran en el Archivo de la Diócesis de Tui, en los Pleitos de Hidalguía, el Archivo General de Simancas, entre otras fuentes. Por el momento, sus averiguaciones se encuentran en una fase inicial, en la que solo hay hipótesis, ninguna conclusión. Entre las teorías que baraja se encuentra la vinculación de la familia De Cea –los herederos del abad– con importantes linajes de la nobleza gallega de los siglos XVII y XVIII, como los Romay, los Añel, los Gándara, los Mariño y los Troncoso.

Pese a convivir en un municipio con otros seis pazos, el de Cea –que presenta todos los elementos propios de los pazos gallegos: casa señorial, jardines, escudos heráldicos, capilla y palomar– ofrece particularidades únicas. Según el estudioso, podría ser el único de la comunidad gallega con influencias portuguesas en su arquitectura, dado que la escalinata fue modificada en una de sus reformas. Inicialmente, los peldaños se colocaban en paralelo a la fachada, como ocurre en las casas señoriales lusas, y hoy se encuentran en perpendicular. Otra de las características que diferencian esta casa de otras próximas es su concepción. Mientras la mayor parte de los pazos gallegos se ligaban a explotaciones agrícolas, el de Cea fue siempre una residencia de lujo.

Las referencias en la documentación revisada hablan de hasta seis reformas de relevancia en el edificio, la más importante la promovida por Bernardo de Cea en 1813.

La etapa más reciente del recinto está relacionada con herederos de la familia, pero también a personajes como la escritora Elena Quiroga, que lo habitó a finales del pasado siglo. Poco después, fue cerrado y prácticamente abandonado durante años. Las puertas del señorial recinto volvieron a abrirse hace un año para la maquinaria y operarios que le han devuelto el esplendor.