"Gracias por todo lo que viví. Muchas gracias". La noruega Arnhild Utheim,única superviviente del naufragio del yate Thalassa en Cabo Silleiro, correspondía ayer, con esta breve dedicatoria en el libro de firmas del Concello, a la hospitalidad de los baioneses, a los que se siente ligada tras el trágico suceso en el que, en la madrugada del 31 de diciembre al 1 de enero de 1949, perdieron la vida sus padres y hermanos.

Acompañada de su hija Kristin, Arnhild, que llegó de Oslo el pasado miércoles, recibió ayer un homenaje en el Ayuntamiento baionés, donde fue recibida por el alcalde, Jesús Vázquez Almuiña, y los ediles del gobierno municipal. Tras una breve recepción en el consistorio, la comitiva se dirigió al cementerio municipal, donde permanecen los restos mortales de las víctimas del naufragio, que comparten sepultura con las de otro barco, el Aslaug, accidentado en 1929 frente a la costa miñorana.

Una nueva placa de mármol encargada por el Concello recuerda ahora a los antepasados de Arnhild sobre su tumba, que cuidan de forma desinteresada desde hace años Carmen y, tras su fallecimiento, su hija Flora, por las que la superviviente del Thalassa siente un gran cariño.

Sorprendida, casi abrumada, por el interés que ha despertado su historia y por el cálido recibimiento que le dispensaron vecinos y autoridades, Arnhild permaneció en todo momento acompañada de su tocaya, Arnilda Caeiro Estévez, a quien sus padres, vecinos de Oia, pusieron el nombre de aquella niña "milagro" de 10 años que había sobrevivido a la catástrofe.

El emocionante encuentro entre ambas, el pasado miércoles en el aeropuerto de Peinador, ha dado paso, con el transcurso de los días, a una complicidad que logra superar la barrera del idioma, para lo que cuentan con la ayuda de Francisco Díaz Guerrero, autor del libro Naufraxios no mar de Vigo y colaborador de FARO, que medió entre ambas para que pudieran conocerse.

Y aún podrán compartir experiencias juntas al menos hasta el próximo jueves, día en que Arnhild y su hija Kistrin regresarán a Noruega. Ambas conseguirán así dar un final feliz a la historia, que comenzó en medio del mar, una noche de diciembre, hace más de 63 años.