Media docena de perros muertos acabaron hace unos días en una fosa de la perrera de Cánidos Val Miñor en Vincios por falta de dinero para contratar su incineración. José Carlos Fernández, propietario del recinto, aducía ayer, de esta manera, razones económicas para justificar una medida que calificó de "puntual" y por la que el Seprona le imputa un presunto delito contra los recursos naturales y el medio ambiente, así como el supuesto sacrificio de animales sin control veterinario.

Según Fernández, la Mancomunidad del Val Miñor –en cuyos tres concellos realiza la recogida de animales abandonados– acumula "una deuda de 30.000 euros" con la perrera, un servicio que se enfrenta por ello a "serias dificultades" financieras. "Si los ayuntamientos tienen problemas y no me pagan, tengo que buscarme la vida y establecer prioridades", asegura el gerente de Cánidos Val Miñor, que incluye entre ellas "que los perros coman y estén en condiciones".

Así, la muerte de algunos canes en las últimas semanas –"por causas naturales", matiza– trastocó, según la versión del empresario, el procedimiento que siguen habitualmente en cumplimiento de la ley. "Tenemos un contrato para llevarlos a la incineradora de Cerceda después de que el veterinario haga su informe", explicó; pero esta vez, "tras varios días esperando a que nos pagasen, los animales empezaron a descomponerse y tomamos la decisión de echarlos con cal viva a una de las antiguas fosas", indica José Carlos Fernández.

La perrera –que ayer desarrollaba su actividad normalmente– dispone aún hoy de estos depósitos subterráneos y herméticos de hormigón porque "hasta hace un par de años era una práctica habitual y autorizada", apunta el dueño de Cánidos Val Miñor, que niega que en su recinto se realicen sacrificios incontrolados: "Es más, la ley dice que si en 21 días no aparece su dueño los perros pueden entregarse a una tercera persona o sacrificarlos y aquí ninguno acaba de esa manera", afirma, al tiempo que anima a la gente a adoptar a alguno de los cerca de 80 ejemplares que custodian.

Con respecto a las condiciones del recinto, reconoce que "muchas jaulas están para tirar, pero otras muchas ya se hicieron nuevas" y asegura que "poco a poco se van haciendo cosas", pero "muy poco a poco porque las hacemos nosotros y no hay mucho dinero", agrega.

En la empresa, junto a Fernández trabajan otras dos personas, que se encargan del cuidado de los animales y el mantenimiento de las instalaciones.