La relación de la bahía Baiona con los hitos históricos está sobradamente demostrada. En 1493, recibía a la carabela La Pinta con la noticia del Descubrimiento de América. Desde hace casi dos décadas, muestra una réplica de la laureada embarcación patroneada por Martín Alonso Pinzón en sus pantalanes. Y desde ayer, los vecinos y visitantes pueden contemplar otra copia de un navío de gran relevancia para la humanidad. Se trata del Havørn, un velero de 13,20 metros de eslora, casi idéntico al barco noruego Gjøa, utilizado por el reconocido expedicionario de la misma nacionalidad Roald Amundsen. Este navío, que fue el primero en surcar a principios del siglo XX el Paso del Noroeste, una ruta marítima que bordea el norte del planeta conectando los océanos Atlántico y Pacífico, amarra ahora en forma de réplica en el puerto deportivo baionés, del timón de una familia también noruega.

La peculiar historia de estos "marineros" comenzó hace un par de meses, cuando, después de dos años gestando la idea, Øyvind Lorentsen y su mujer, Joanne Johnston, ambos de cincuenta y un años, decidieron embarcarse en una trepidante aventura acompañados de sus dos hijas. El objetivo era "hacer algo diferente, ver otros lugares", y así fue como izaron velas y se hicieron a la mar.

Dos barcos emparejados

Pero no viajan solos, a esta singular familia le acompaña también una pareja y otro amigo, a bordo del Konstanse, otro velero de 12 metros de eslora. Este barco, que posee una forma similar al Havørn, es también una réplica de un tradicional navío noruego.

Durante la travesía, que arrancó al norte del país nórdico, ya han amarrado en distintos puertos de Escocia, Irlanda y España.

Largo viaje

Su objetivo ahora es rodear la península ibérica, conociendo algunas de las ciudades más destacadas de Portugal, para llegar finalmente al Mediterráneo y conocer si es posible las islas griegas. La singladura durará alrededor de un año, y esperan estar de vuelta por los puertos gallegos el próximo verano.

Pero un viaje de esta duración puede ser demasiado largo, y por ello, Joanne, que es una profesora canadiense, impartirá clases a sus dos hijas, Elisa y Emma, de quince y once años respectivamente, para que no pierdan sus cursos escolares. En los casos de estas dos familias noruegas, toda su vida ha estado fuertemente vinculada al mar, por ello no han desaprovechado la oportunidad de realizar este sueño.

150.000 euros

Los dos veleros, que pueden llegar a costar 150.000 euros, son embarcaciones tradicionales muy poco comunes, realizados completamente en madera. Pueden ser gobernados por solo dos o tres personas, y requieren de continuos cuidados y pequeñas reparaciones.

Mientras disfrutan del paisaje y la gastronomía miñorana, las dos familias de amigos descansan en las cubiertas de sus barcos, amarrados en el puerto deportivo de Baiona, a la espera de recibir una pieza para el Konstanse y repararlo. Su intención es partir en cuanto terminen con la puesta a punto de sus veleros, para así continuar con su travesía a la que todavía le quedan muchos meses en la mar.