No llegaron al medio centenar las personas que ayer por la tarde fueron testigos, en el Parador Conde de Gondomar de Baiona, del enlace entre el ex alcalde nigranense Avelino Fernández y su ya hoy mujer, la joven de origen canario Beatriz Peña Delgado. La pareja eligió como marco de la ceremonia el edificio La Pinta, ubicado en un lugar privilegiado de la fortaleza de Monte Boi desde el que los invitados pudieron disfrutar de las impresionantes vistas a Nigrán, municipio del que el novio fue regidor durante ocho años (de 1987 a 1995).

Con algunos minutos de retraso, la entrada de los novios –primero él, de blanco inmaculado, ataviado al estilo ibicenco; y luego ella, más convencional, con vestido blanco y un discreto tocado de plumas– dio inicio a la ceremonia civil, oficiada por el teniente de alcalde baionés Manuel Vilar, amigo personal de Avelino desde que ambos se convirtieron en regidores al mismo tiempo.

En su alocución, Vilar, tras hacer referencia al emblemático escenario de la boda, hizo un guiño al pasado, a la "dedicación a la función pública" que desarrolló el novio durante sus años en el concello nigranense, al que en su época "situó en la vanguardia de los municipios gallegos", apuntó el teniente de alcalde baionés, que felicitó a los contrayentes por afrontar la "gestión más importante" de sus vidas.

Además de familiares y amigos íntimos de la pareja, acompañaron a los novios en su enlace algunos de los ex concejales que compartieron contienda política con Avelino Fernández, como José Rial, Gumersindo Jardón, Santiago Pazos o Graciano Paradelo. También acudió como invitado el ex alcalde nigranense Alfredo Rodríguez, con el que. al frente del partido independiente PINN, formó coalición de gobierno desde 2003 hasta 2006.

El ex regidor baionés Benigno Rodríguez Quintas, el técnico municipal de Deportes de Nigrán José Paz, o el presidente del Centro de Iniciativas Turísticas del Val Miñor, Darío Álvarez, se encontraban también entre los rostros conocidos invitados ayer a la boda de Beatriz y Avelino.

Tras el acto civil, se sirvió un "lunch" informal en el que los invitados pudieron conversar de forma distendida y moverse con libertad. A buen seguro que fueron muchos los recuerdos compartidos que salieron a la luz durante la velada en la fortaleza baionesa de Monte Boi.