El economista y ex asesor del Fondo Monetario Internacional, Guillermo de la Dehesa, aseguró ayer en Mondariz que salir de la crisis puede tardar cuatro años e indicó que este tipo de situación tiene una duración a medio plazo.

De la Dehesa, una de las principales figuras en la economía en España, abrió en la villa balnearia los VIII Encontros de Mondariz Balneario que organiza la Fundación Carlos Casares y que este año se desarrollan hasta el viernes con el lema "Crise de sistema. Novos paradigmas?". En la sesión de apertura también estuvo presente Pedro Schwartz, economista y escritor. Ambos abordaron la problemática de la actual situación económica moderados por el director de los Encontros, Gustavo Adolfo Garrido.

De la Dehesa, definió la crisis como una crisis eminentemente financiera, y hizo mención a una serie de fallos en cadena. "Falló el regulador, de los Bancos centrales nacionales, falló la política económica, fallaron las agencias de rating", dijo. También explicó que "desde el momento en que las cosas iban funcionando, la llamada Gran Moderación, los precios del dinero caían, los productos financieros parecían no parar de crecer, manteniendo una seguridad y una rentabilidad sin precedentes; pero detrás, las agencias de rating calificaban el riesgo de los productos financieros al tiempo que asesoraban a los bancos como conseguir las mejores calificaciones. También los bancos compraban bonos doble A, sin liquidez, en mercados no controlados porque tenían la mayor rentabilidad, en vez de acudir como siempre a mercados financieros controlados a comprar bonos con liquidez, aunque con menor rentabilidad. Todo se hizo mal", sancionó De la Dehesa.

Afirmó que la actual crisis no es una crisis cíclica y dijo que puede durar tres años porque existe un componente de crisis financiera. "Cuando a mayores se añade una o varias burbujas sectoriales la salida puede durar entre 4 y 5 años. Eso está bastante bien estudiado", añadió.

Por su parte Schwartz, afirmó que la especulación financiera llegó a extremos peligrosos cuando los bancos sacaban de sus balances inversiones que decían no controlar y que funcionaban autónomamente. "Esta forma de trabajar, que depuraba la información sobre la empresa, era posible en la mayor parte de los países excepto en España, donde estaba expresamente prohibido por el Banco de España". Admitió que para los economistas de pensamiento liberal, esta crisis les sorprendió pues no era esperada "ni la forma, ni la profundidad ni el alcance".