En el mercado, un herrero golpea con su martillo una barra de metal incandescente, un ciego entona sus romances al ritmo de una zanfona, varios arqueros disparan sus flechas al aire y un cetrero muestra sus aves amaestradas en una carpa cerca de la playa. De pronto, al puerto de Baiona llega una noticia inesperada. Una carabela, La Pinta, se acerca a puerto; sus tripulantes, encabezados por Martín Alonso Pinzón, lo confirman: llegan desde el Nuevo Mundo.

El mercado se agita, los cañones de la fortaleza disparan varias salvas que despiertan a los baioneses de su letargo y les devuelve al pasado, a 1493, al momento en que Baiona se situó en el mapa y en la historia.

Así, contagiados por el entusiasmo, los vecinos de la localidad y decenas de miles de personas llegadas de otros lugares volvieron a celebrar ayer la gesta colombina del descubrimiento de América. Lo hicieron llenando las calles del barrio antiguo, donde los puestos de comida, con sus bollos preñados, carnes a la brasa, empanadas y dulces de todo tipo, se disputaron la atención de los visitantes, deseosos de sentirse, un año más, parte de la historia.

Ataviados o no con las galas propias de la época, quienes acudieron al mercado, pudieron conocer de cerca las costumbres del siglo XV. El "palomar medieval" permitió al público descubrir la vida en una granja, un campamento militar descubrió los secretos de los hombres de armas y un espacio de recreo en los jardines de la biblioteca municipal ofreció juegos y atracciones de feria medievales para los más pequeños. Los artesanos dieron forma a sus creaciones con vidrio, cerámica, piedra..., a la vista de los transeúntes que se acercaron a la plaza del ayuntamiento y a Pedro de Castro.

Buen negocio hicieron también los mercaderes, que cada año encuentran una oportunidad en el mercado baionés de dar a conocer sus productos, en su mayor parte hechos a mano con gran destreza e ingenio.

En total fueron 136 los puestos diseminados por todo el barrio histórico baionés, que volverán a estar abiertos durante toda la jornada de hoy a partir de las diez de la mañana.

Las exposiciones de artes de pesca medievales e instrumentos de tortura llamaron asimismo la atención de numerosas personas que se acercaron al ayuntamiento y a la Capitanía Marítima para conocer de cerca la labor de los marineros de la época y los castigos a los que eran sometidos quienes actuaban al margen de las estrictas leyes medievales.

El torneo de justa, a primera hora de la tarde, fue, sin duda, uno de los espectáculos más atractivos para los asistentes a los festejos que abarrotaron las gradas y el paseo en torno a la playa de Ribeira, donde siete hombres a caballo se batieron en duelo por el triunfo ante un público entregado.

Culminó los actos del día, a las ocho de la tarde, la primera de las representaciones de la Arribada de La Pinta, una función escrita por Avelino Sierra y que cuenta con la dirección artística de Mónica Sueiro.

Entre los actos previstos para la jornada de hoy, destacan la competiciones de tiro con arco y combates de esgrima, que tendrán lugar en el playa de Ribeira a las once de la mañana, que darán paso a un desfile que arrancará desde la entrada a la fortaleza de Monterreal a mediodía.

Por la tarde, a las 16.30 horas, habrá un nuevo torneo con caballeros medievales en A Ribeira, donde, a las 18.00 horas, se volverá a representar la "Arribada del Descubrimiento".

Si Pinzón levantase la cabeza..., sin duda, se uniría a los festejos. Comería un bollo con chorizo, bebería una, dos o tres tazas de vino, pasearía por el mercado y se dejaría caer por algún torneo. Disfrutaría de la fiesta, por su puesto, pero sobre todo del descanso de saberse en el siglo XXI, haciendo historia sin sufrir los interminables días de navegación desde la otra orilla del mundo.