Seis de la tarde de un día soleado en el barrio de O Triguido, en la zona de Urgal, que pertenece a la parroquia baionesa de Belesar. Dos niñas se lanzan cuesta abajo sobre sus bicicletas a toda velocidad. La tranquilidad y la escasez de tráfico rodado las protege del peligro de la carretera,. Pero no tendrían por qué utilizar el vial para divertirse, puesto que disponen de un parque público, construido por la Diputación de Pontevedra, con suelo de caucho y juegos homologados por la Unión Europea. Tampoco pueden utilizarlo por razones sanitarias. Una fosa séptica vierte constantemente sobre él desde su inauguración, hace dos años, en vísperas de las elecciones municipales. El BNG denuncia la situación y exige al gobierno municipal que la resuelva para que los pequeños utilicen el recinto en sus horas de ocio.

El portavoz nacionalista, Xosé Enrique Fernández, se hace eco de las quejas de los vecinos, que rechazan identificarse por miedo a represalias. “Non me quero meter en nada porque despois pasa o que pasa”, comenta una mujer junto al área de juegos que, a su juicio, está “asquerosa”. “Eu ós meus fillos non os deixaría xogar aí”, recalca. En similares términos se expresa otro vecino, que tampoco quiere identificarse. “Todos sabemos que o parque está mal, que case nunca veñen críos porque aí non se pode estar do que cheira”, recalca.

El vertido no es ninguna sorpresa para nadie. Su propietario cedió los terrenos para la construcción del parque infantil y advirtió de la existencia del pozo negro al gobierno municipal. Fernández incide en que el gobierno municipal no reparó en el detalle porque “o asunto era inaugurar e apañar votos”.

Más de dos años de goteo por la presencia también de un manancial de agua han logrado hinchar el corcho que pavimenta la zona infantil, cuya entrada se encuentra llena de lodo. Asimismo, la vegetación crece de tal forma que casi supera en altrua las vallas que rodean el lugar destinado a la diversión de los más pequeños.

El barro maloliente no es el único problema del parque. Su acceso resulta muy peligroso para los niños. Las familias se ven obligadas a entrar por unas escaleras sin ninguna clase de barandilla, o bien por una rampa de hormigón demasiado pendiente. Fernández reclama también un adecentamiento del acceso para evitar caídas.