Atrás quedaron los años en los que el párroco -el desaparecido Don Enrique- revisaba el tablón de edictos del Ayuntamiento para ver que matrimonios civiles se preparaban -que entonces se hacian sólo en el Juzgado- y si se terciaba hacer entrar en razón a la pareja para que la boda se organizase en la iglesia.

Las bodas civiles van en aumento y especialmente en las que el alcalde ejerce como maestro de ceremonias. Así, en los diez primeros meses de 2008 se celebraron en Ponteareas 52 bodas civiles, lo que supone un 33´3% más que el año pasado cuando se contabilizaron 39 enlaces matrimoniales no religiosos en la villa del Corpus. El 95% de las parejas eligieron el Castelo de Sobroso como escenario ponteareano frente a un 5% que se dieron el sí quiero en el salón de plenos del ayuntamiento.

Aunque la mayoría de las parejas que eligieron el castillo para su enlace tenían algún tipo de vínculo con el municipio, el 30 por ciento, eran ajenos a la villa pero les sucumbió en encanto del castillo que aunque ubicado en Mondariz fue comprado a un particular por el Concello ponteareano.

Los matrimonios civiles pueden ser oficiados por un juez o por un alcalde quien, a su vez, puede delegar en otro edil de la Corporación. El regidor ponteareano, Salvador González Solla, ha sido el que más parejas casó aunque también han oficiado enlaces la popular Nava Castro, el nacionalista Bolívar González o el socialista Francisco Candeira.

A diferencia de otras localidades, Ponteareas da la opción de elegir el día y la hora de la ceremonia; puede ser cualquier día de la semana, en horario de mañana o de tarde. "Ha habido algún sábado que he celebrado hasta cinco bodas", comenta Salvador GonzÁlez Solla.

Asimismo, entre las ventajas de la villa del Tea está la oferta de un escenario exterior y uno interior, algo que no es común en otras zonas geográficas. Sin embargo, aunque se celebren en el mismo castillo, una ceremonia puede ser totalmente distinta de las demás. Según explica el alcalde ponteareano, él ha presidido un enlace en el que la novia llegó subida en un caballo blanco u otra en la que, tanto la pareja como los invitados, asistieron vestidos de época medieval. "La gente tiene muy buenas ideas y les gusta buscar algo distinto a lo habitual" comenta Solla. Además, casarse en el castillo no implica un coste añadido, se trata de una taxa fijada propia de un proceso civil que requiere una tramitación documental. Además, aunque su sala resulta pequeña para enlaces de más de 200 personas, los jardines y exteriores resultan adecuados para la realización de fotos nupciales.

El incremento de número de enlaces es considerado positivo por el alcalde. "Demuestra que el castillo es valorado y las bodas sirven para dar a conocer la zona a los invitados, se potencia la localidad y el turismo".