Los vecinos del barrio de Piñeiro, en Arcade, denuncian la situación insostenible que padecen a causa de las obras del AVE. Si hace quince días protestaban por el cierre de un camino que les impedía el acceso con sus vehículos a sus casas, dejando como única alternativa un rodeo por los caminos de barro que utilizan los camiones de la obra, ahora critican la acumulación de enormes cantidades de tierra y piedras procedentes del trazado ferroviario en las puertas de sus casas.

La situación en algunos casos es especialmente grave, puesto que la montaña de escombros se sitúa a escasos metros de alguna vivienda, con el consiguiente peligro en caso de que se produzca un movimiento de tierras, además de las molestias que causa por el ruido y el polvo que levantan los camiones.

Una de las residentes en la zona, Natalia Fernández, recuerda que cuando comenzaron las obras "la empresa nos aseguró que haría todo lo que estuviera en su mano para que molestase lo menos posible, que pondrían todos los medios posibles, como descargar los camiones lejos de casa y con un caballete de tierra por delante para que no llegara el polvo a las casas, o que limpiarían constantemente la carretera y caminos y regarían con regularidad", explica. Sin embargo la realidad es muy distinta. "No están cumpliendo con absolutamente nada, los camiones descargan casi en la puerta de casa y dando más altura cada día, hasta hacer montañas de tierra más altas que mi propia vivienda", puntualiza Natalia, que reside a sólo cuatro metros de la escombrera.

Los afectados aseguran además que el polvo del ambiente está causando problemas respiratorios entre los residentes, y también alertan de la inseguridad en los caminos al circular con el coche por el barro que se acumula con el agua de la lluvia, que los convierte en pistas sólo aptas para vehículos todoterreno.

Los vecinos han expresado sus quejas a los responsables de la obra e incluso a la empresa encargada de supervisar a contrata, aunque hasta el momento no han hecho nada por tratar de solucionar los problemas. "Nos están tomando el pelo, ya fui veinte veces a protestar y todo sigue igual", lamenta Natalia, que sólo pide que se tenga en cuenta que sólo pide que se tenga en cuenta que "necesitamos aire para respirar y un suelo decente para ir a nuestras casa a comer y dormir".