Verónica Palleiro / PONTEAREAS

Verlos patrullar a caballo puede parecer un salto al pasado en una era en la que el mundo se mueve a motor. Sin embargo, vigilar los montes a lomos de un equino conlleva ventajas de las que carecen los vehículos: menos contaminación y más sigilo.

Es una estrategia de disuasión que se ha adoptado en Galicia para prevenir incendios forestales desde la arrasadora oleada de fuegos del verano de 2006.

Agentes del Escuadrón de Caballería de la Guardia Civil, con sede en Madrid, llevan desde el 3 de junio cabalgando los montes de Condado-Paradanta para combatir a potenciales pirómanos. "Será porque estamos haciendo bien nuestro trabajo o porque la gente se está concienciando, pero en el tiempo que llevamos aquí no hemos tenido que efectuar ninguna detención", explicó ayer el cabo llegado desde Valdemoro. "El año pasado sí se pusieron muchas denuncias y puede que estén causando efecto", explica otro de los agentes.

Su trabajo también consiste en concienciar a la población civil. Charlan con los vecinos y les advierten de los peligros que pueden conllevar esas quemas que muchos de ellos excusan denominándolas "controladas" aún estando en pleno período de máximo riesgo con altas temperaturas.

"A veces, cuando nos ven por los caminos, nos preguntan qué estamos haciendo porque les llama la atención vernos montados a caballo como hace cincuenta años", explica uno de los agentes, y añade que "por eso les explicamos en qué consiste nuestro trabajo, corre la voz y así saben que estamos ahí para proteger el monte".

Aunque en Madrid sus tareas a caballo son distintas, mediante un curso de formación se preparan para cabalgar montes de orografía como la gallega.

Han estado en Covelo, en Mondariz, en A Cañiza... y el martes estuvieron en A Picaraña, en Ponteareas. Sin embargo, nunca desvelan su ruta para no eliminar el "factor sorpresa".

Los animales son trasportados en camión hasta un punto de referencia. Allí, los agentes se reparten las zonas de vigilancia y comienzan a cabalgar. Patrullan durante todo el día, aunque ven condicionado su horario a las necesidades del caballo. Tienen que darles de beber y racionalizar el paso, reservando el galope sólo para momentos puntuales.

Por otro lado, también es cierto que la velocidad de un equino es inferior a la de un vehículo. Según explican los agentes, pueden recorrer a paso 6 kilómetros en una hora. Frente a limitaciones como ésta, está el factor sorpresa. Al cabalgar silenciosos, si un pirómano intenta plantar fuego, correrá el riesgo de ser "pillado" con el bufar de un caballo.

El Escuadrón de Caballería, como se conoce actualmente, nació oficialmente en 1958, aunque el uso del caballo en la Guardia Civil se remonta a su época fundacional, allá por 1844. Estos agentes llegados de Madrid son el ejemplo activo de su funcionalidad.