La memoria del barrio de San Bartolomé de Tui tiene una fiel guardiana en la persona de mayor edad del lugar, Angelines Pérez Fernández quien, a sus 101 años, recuerda como momentos más felices las fiestas de San Roque y de San Bartolomé, "cuando las casas adornaban sus huertas y jardines con farolillos" y sonaba la música. Ella, "soltera y sin compromiso", siempre tuvo la mejor pareja para el baile, la diversión que más le ha gustado en la vida.

En la residencia de ancianos "Paz y Bien" de Tui, donde tiene ahora su hogar, desgrana vivencias del pasado que atesora en una privilegiada memoria y que se recogerán en el libro de fiestas que prepara la asociación.

Aunque en estos momentos le falte la visión, el ánimo no se arredra y la visita del concejal de Cultura de Tui, Moisés Álvarez y de Manuel Álvarez Rocha, presidente de la asociación, acompañados por otros vecinos del barrio, le motiva.

Cuenta como su corta estatura, aparte de causarle un pequeño complejo de muy joven, no impidió que "cuando escuchaba una gaita, mi ilusión fuese bailar. Pero lloraba por no crecer más y era mi abuela quien me consolaba". Fue un momento crucial en su vida pues "mi familia quería que yo fuese maestra nacional, aunque yo deseaba ser modista. Por eso vestía tan bien a mis muñecas", explica. Ganó ella, se dedicó a la aguja y el dedal y se creó una gran reputación "incluso hice varios trajes de novia, algunos para chicas de fuera de Tui. Recuerdo el de Carmiña Rosell, espectacular, de raso, con los hombros al aire", describe.

Al fallecer su madre, tuvo que ponerse al frente del comercio de ultramarinos que tenía, siempre con una sonrisa amable para todos.

En la infancia feliz de Angelines, que estudió en la escuela de las Hijas de la Caridad de Tui, tuvo mucho que ver la ayuda que recibían de su abuelo, que hizo fortuna en Lisboa. Era un hombre con estudios universitarios y cuando regresó a Tui ayudaba a la gente al trámite de documentos, recuerda la nieta de 101 años. El abuelo llevaba a sus hijas a misa de doce, en la catedral "siempre muy bien puestas" y alquiló plateas en el Teatro Principal "porque a mi abuela le encantaba el teatro".

Sobre las fiestas de San Roque y San Bartolomé, no tiene duda alguna: "Eran las más grandes,y los jóvenes de entonces gozábamos más que los de hoy día".