Dice que con la cuadragésimo quinta de sus obras ha querido "hacer un homenaje a Mos", el municipio en el que reside y al que "devuelvo sólo una pequeña parte de lo que me ha dado". Estanislao Fernández de la Cigoña acaba de publicar "Cruces e esmoleiros do Concello de Mos", una obra en la que cataloga casi un centenar de monumentos religiosos que se conservan en la localidad, algunos desde hace casi cuatro siglos.

-¿Cómo surge el libro?

-Viene de lejos. Con anterioridad ya había escrito varios similares sobre otras localidades y como vivo en Mos fui tomando apuntes y haciendo fotos de los cruceros que empecé a ver por ahí hasta que los tuve casi todos. El libro nace así, casi sin querer.

-¿Qué le atrae de estas piezas para dedicar a ellas tantos libros?

-Hace años hice una catalogación de casi un millar de "petos de ánimas" de toda Galicia. Desde entonces no puedo pasar por ningún lugar sin ir viendo cruceros y limosneros. Buscarlas se ha convertido en una adicción para mí, anotar los detalles y fotografiarlas para futuros libros. Tengo varios en proceso.

-¿Cuántos monumentos cataloga en esta obra?

-Cerca de un centenar, entre cruces, cruceros, "petos de ánimas" y limosneros. Algunos están relacionados entre sí como estaciones de antiguos vía crucis, un tipo de construcciones religiosas de las que no se conserva ninguna completa en Mos.

-¿Hay alguno que destaque sobre los demás?

-Si tuviera que resaltar, por ejemplo, el más antiguo, tendría que referirme al crucero de A Torroeira, en Louredo. Es uno de los más antiguos de la comarca y del sur de Galicia. Está datado en 1612, aunque su estructura ha sido modificada a lo largo de los años. En cuanto a "petos de ánimas", hay uno que me encanta y está en el cementerio de Petelos. Es una pieza original porque forma parte del muro del camposanto, como una piedra más, sin hornacina protectora. No tiene fecha, pero debe ser de mediados del siglo XIX.

-¿Existe algún elemento especial que caracterice a los cruceros de Mos?

-Aunque no todos, muchos tienden a estar cubiertos con un baldaquino. Este tipo de cubiertas, antiguamente muy humildes, se han ido modificando con el tiempo por otras modernas que rompen la imagen tradicional. La colocación de este tipo de tejados también se observa en algunos monumentos de Porriño.

-En el libro refiere historias curiosas en torno a algunas de las piezas...

-Siempre que pervivan las recojo, porque me parece que adornan el crucero. Recuerdo por ejemplo una cruz levantada en un monte de Atín en memoria de un joven que murió, según una inscripción en la piedra, "cortando un pino" en ese lugar, o la que en Sanguiñeda recuerda a un feriante que, al regresar de Porriño, murió ahogado en un riachuelo. "Quiso Dios que este fuera el último paso de su vida", dice la inscripción.