VAL MIÑOR

"A los críos no les decimos a todo amén"

Iglesias Viqueira / BAIONA

Por razón de ser, la hoy hermana María del Cristal fue primero lega-alumna y, después, por vocación, religiosa. Vino de Verín (allí se instalaron las franciscanas expulsadas de Portugal en 1910) y se sumó a la congregación porque le venía de familia. Recalaron en Sabarís. Al principio, nueve hermanas; después, siete, cinco...

En la casa de Quintero impartían la docencia a un amplio alumnado del Miñor, pero también de Vigo. Acudían externos, semipensionistas e internos. Ahí no se agotaba la oferta, porque algunas chicas pedían prórroga hasta los 15 años, para seguir estudios de bordado, mecanografía y piano.

Monjas portuguesas

La ponderada labor de las monjas, conocidas como "portuguesas", se plasma ahora en el homenaje que aquellas primeras alumnas personifican en la hermana María del Cristal.

Ella no ve justificación: "Aquí, en la guardería infantil pública, he quedado sólo yo como... digamos superviviente. La madre Mercedes, longeva, está en Tui; otras dos, en Portugal. El homenaje es más bien a todos cuantos pasamos por el colegio de la Virgen del Carmen".

Entrega, con algún fallo

María del Cristal, aún hoy rodeada de críos, no responde a la tentación de contestar si son demonios en sentido figurado: "Vienen muy consentidos. Y aquí no vamos a decirles a todo amén". Volvemos al homenaje y si hay bebida: "Tendré que estar a la altura de las circunstancias. Nuestro Señor Jesucristo lo estuvo en las bodas de Caná". Esto es, se comparte la mesa con amigos, "pero no andamos de juerga por ahí adelante", asegura.

Cumplir, lo que se dice cumplir, ella persiste en dar más amor a Dios y al prójimo, se reconoce feliz con lo que hace y apunta que, en su misión de entrega, acaso cometa algún fallo.

Queda allá el noviciado que superó en Portugal e Italia. Es memoria fresca el recuerdo de hermanas como Reparadora. Algunas alumnas traían la comida y en el colegio se calentaba. Con el tiempo se reconocen los rostros de chavales que hoy son sesentones. Por el nombre, ya que luego, el apellido resulta un valor añadido. Si entonces había un centenar de alumnos por curso..., algunos millares se cuentan desde los años cincuenta.

María del Cristal sigue las noticias de la televisión, determinados programas y observa "demasiada agresividad, demasiada violencia" en la juventud.

Luego retorna a sus niños de hoy, esos que se arraciman para salir en la foto a su lado. Retornaron aquellas religiosas, allá por 1975, al mismo edificio-colegio, pero duró poco: "Decaían las vocaciones y, más, en España".

Eran otros tiempos. Circulaba el tranvía, por lo que el alumnado salía al sol a la misma acera, sin peligro, con pausa espaciada para el paso de vehículos. Sabarís era rural como la vida misma.

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