Vergentina Almofrey Albariño tiene 91 años y todavía cosecha maíz y hace pan artesanal en su horno de leña. Su historia sería como la de tantas mujeres del campo gallego, auténticas esclavas de las labores agrícolas durante toda una vida, de no ser porque sus sobrinos y otros vecinos de Vilar (Mondariz) y Fozara (Ponteareas) decidieron financiar y construir un monumento que encargaron al escultor Avelino Tellado.

"Sempre se decía na parroquia, a Vergentina había que facerlle un monumento e agora decidimonos e fixémosllo", explica Isidoro Pino Almofrey, sobrino de la homenajeada.

El domingo numerosos vecinos de las dos parroquias acudieron al acto para el cual Vergentina todavía quiso preparar su sabroso pan de maíz. A la fiesta también asistió el alcalde de Mondariz, Julio Alén, y el concejal de cultura, Carlos Barros.

"Estou moi contenta por isto, pero non tiñan que facelo", nos explica mientras se niega a hacerse una foto. Sus ojos eran agua pura, porque después de 91 años "estou vivindo a cousa máis grande da miña vida", decía.

Vergentina Alnofrey, junto al monumento levantado en su memoria por los vecinos

Vergentina Alnofrey, junto al monumento levantado en su memoria por los vecinos G. P.

La historia de esta vecina se remonta a los tiempos más difíciles de España. Una de sus hermanas emigra y le envía cada mes algún dinero, pero Vergentina es soltera y decide que las monedas sólo sirven para ayudar a los más necesitados. Además de elaborar pan y repartirlo con sus vecinos "acollía na súa casa probes e mataba tres porcos pero na súa salgadeira só entraba un". Además poseía una pareja de bueyes, una preciada posesión en los años de la posguerra española, "que traballaban gratuitamente máis na finca dos veciños que na súa", señala Isidoro.

No sabe leer ni escribir, nunca se casó y ahora vive para la familia de sus 16 sobrinos. La práctica del regalo todavía la mantiene viva. Acude periódicamente a la feria de Mondariz y todavía compra juguetes para los más pequeños de la familia.

Desde el domingo, Vergentina queda inmortalizada en el barrio de Torrados, cerca de su casa, con sus vestimenta tradicional y su hogaza de pan, la estampa que recuerdan todos y que el escultor Avelino Tellado supo representar.