El forense Martín Gracia investiga las causas de la muerte de un famoso pintor. El arma homicida es, aparentemente, un proyector de diapositivas cargado de obras maestras de pintura. Así arranca "Memorias del Hombre Buitre", la primera novela del escritor de Petelos (Mos), Luis Rodríguez Rivera, publicada por la editorial madrileña Lengua de Trapo.

- ¿Se puede morir de belleza?

- La trama central de la novela gira en torno a ese interrogante. La belleza es una especie de arma que imparte justicia en un mundo donde hay demasiados productores de fealdad. Uno de los temas que trato en la novela es la decadencia del mercado artístico, donde a cualquier cosa le llaman arte.

- Suena a venganza...

- En cierto modo. Hay novelas con un éxito terrible que no tienen ni una sola línea de literatura y escritores que hacen auténtico arte y que no venden nada. Me gustaría saber cuántos ejemplares ha vendido, por ejemplo, "Ventanas de Nueva York", que me parece una joya, de Muñoz Molina; y cuántos el último best seller que nos llega de Estados Unidos.

- ¿Es cierto que le han dicho que su novela es el Código Da Vinci de las Rías Baixas?

- Sí, pero me lo tomé como un cumplido porque el que lo dijo sólo se refería a la intriga que te mantiene en vilo hasta el final. Quiero pensar que el parecido se queda ahí.

- Parece que no le haya gustado.

- No, Código Da Vinci me dejó indiferente. No me encantó.

- ¿Es Memorias de un Hombre Buitre una novela policiaca?

- Desde luego no me propuse escribir una novela policiaca pura. A mí me gusta llamarla thriller mágico, porque se combinan los ingredientes de la novela de intriga clásica donde hay un misterio por resolver con una historia de amor muy bonita, y todo contado con mucha magia. Por ejemplo, uno de los personajes es un viejo neurólogo que trata de localizar dentro del cerebro el lugar del alma.

- ¿Cuál es su concepto de la literatura?

- La literatura es fondo y forma a partes iguales. Es una mezcla indisoluble. Las dos caras de la moneda, sin una de ellas sería falsa. Mi abuelo siempre dice que el buen hormigón se hace mezclando arena y cemento hasta que no se distingan, eso es lo que debe hacer un buen escritor con el fondo y la forma.

- En la portada le califican de heredero de Chesterton...

- Sí, es una comparación muy generosa de mi editor, Javier Azpeitia. Desde luego es un honor.

- ¿Cómo empezó a escribir?

- Escribo poesía desde que descubrí que existía. Luego probé a escribir un relato, luego otro y, de pronto, me encontré levantándome a las seis de la mañana para escribir la historia del forense enamorado de la belleza antes de irme a trabajar.

- ¿Es difícil encontrar editor?

- Los escritores noveles como yo lo tenemos muy difícil. Ya había perdido la esperanza cuando me llamó el director de Lengua de Trapo, Pote Huerta.

- ¿Tiene algún proyecto en mente?

- La segunda novela ya está en la editorial para su valoración y tengo bastante avanzada la tercera. Me presentaré al Premio a la Mejor Primera Novela Negra de la Semana Negra de Gijón.

- ¿Que le diría a los lectores?

- Le propongo un juego: vayan a una librería, pidan mi novela, ábranla por cualquier página y lean un párrafo. Si no les gusta lo que leen, no la compren.