IN MEMORIAM
Muere Colin Addison, el técnico del ascenso de 1987
El fútbol despide al entrenador inglés que estuvo en Vigo solo una temporada
Sus desavenencias con Rivadulla hicieron efímera su estancia en Vigo

Addison, a la derecha, con el uruguayo Barboza en Balaídos / Magar
El Hereford, el modesto equipo en el que acabó su carrera como futbolista y comenzó la de entrenador, fue el encargado de dar la mala noticia. Colin Addison, vecino desde hace mucho tiempo de esta localidad próxima a Gales, falleció este viernes a los 85 años. Este inglés de indiscutible nervio deja atrás una larga carrera en el mundo del fútbol por diversos países y que en 1986, cuando nadie le conocía en España, lo llevó a Vigo para entrenar a un Celta agujereado por mil problemas pero al que en solo unos meses envió de regreso a Primera División.
Addison tuvo un paso efímero por el Celta pero su huella fue indiscutible. Pocos técnicos han sido capaces de generar semejante impacto en tan poco tiempo y raro es el aficionado vigués mayor de cincuenta años que no recuerde con cariño a aquel entrenador autoritario, dinámico y algo descarado en sus formas.
Colin llegó a Vigo en verano de 1986 después de haber pasado por un puñado de modestos en el fútbol inglés y haber disfrutado de una temporada en Catar cuando aquello aún no era el oasis de dinero que es hoy. En el Celta se encontró un club en permanente crisis institucional que aún por encima acababa de perder la categoría tras una temporada terrible en Primera. El club conservó a casi toda la plantilla (Maté, Atilano, Baltazar, Vicente, Lucas, Maraver, Cándido, Alvelo, Arteaga, Nacho...) pero el problema es que casi todo era un desastre. A Rivadulla le crecían el movimiento opositor que un año después le discutiría la presidencia, la deuda de 190 millones de las antiguas pesetas ahogaba a un club que no tenía ni dónde entrenar y que cada día mendigaba un campo donde ejercitarse. Addison, que no salía de su asombro, llegó a implorar en público por un campo y en ocasiones se llevó a la playa al equipo a entrenar.
Pero tuvo ojo con otras cuestiones como el estilo de juego y la compañía de Alberto Giráldez como preparador físico (y traductor ante la plantilla y el club) subió el nivel de un equipo que arrancó la temporada de forma esperanzadora. Addison trasladó a Balaídos el estilo que imperaba en Inglaterra. Transiciones rápidas cuando fuera posible y en caso de duda balón largo y a pelear la segunda jugada. Favorecido por el buen momento de algunos jugadores (gran Maté, infalible Baltazar con 34 goles, imperial Vicente) el Celta se instaló en la zona alta en la temporada en que se jugaba aquel famoso play-off entre los seis primeros. Fue el año de la victoria en Riazor en la antepenúltima jornada gracias al penalti transformado por Baltazar y el último partido en Sestao donde el Celta necesitaba un empate para ascender. En Las Llanas los vigueses igualaron 0-0 (amenaza de bomba incluída la noche antes que obligó a evacuar el hotel unas horas) y solo doce meses después el equipo regresaba a Primera.
Pero el ascenso no devolvió la paz a la relación de Addison con Rivadulla. El técnico y el presidente pactaron una mejora en sus condiciones para estirar la relación entre ambos y al regreso a Vigo cada uno ofreció una versión diferente sobre lo acordado. Addison no acudió a la presentación del equipo en Balaídos y los futbolistas se subieron al autocar para empezar la pretemporada sin entrenador a bordo. Un día después el club anunció su despido fulminante. Addison acudió al juzgado que le dio la razón y obligó al Celta a indemnizarle con 4,5 millones de pesetas. Así acabó aquel año apasionante en el que su camino y el del Celta fueron de la mano. Pese a todo no perdió el cariño de la gente. En España dirigió también al Atlético de Madrid, al Cádiz y al Badajoz (a donde le llevó Paco Herrera cuando era director deportivo del club pacense) y en Inglaterra y Gales lo hizo en numerosas plazas antes de retirarse en 2004 para ejercer de comentarista e instalarse en Hereford, el club en el que en 1971 compatibilizó su tarea de centrocampista con la de entrenador.
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