El Celta resiste hasta el último soplido
El equipo vigués cede un empate frente a la Real Sociedad en el minuto noventa después de resistir con uno menos todo el segundo tiempo por la expulsión de Starfelt
Durán adelantó a los de Claudio y Jones pudo sentenciar

Las imágenes del Celta - Real Sociedad en Balaídos /
La última ola de la tarde se llevó el castillo de arena que el Celta había defendido de manera casi heroica durante un segundo tiempo que se le hizo interminable. Arreciaban la lluvia y la Real, pero allí seguía inviolable la portería del inmenso Radu que lo paró todo hasta ese último cabezazo de Soler que mantiene al Celta como el único equipo que aún no ha ganado en esta Liga. La primera victoria del curso se le escapó en el último momento después de un obligado ejercicio de resistencia debido a la infantil (evitable tanto por jugador como por árbitro) expulsión de Starfelt en la última jugada del primer tiempo y que condicionó todo lo que vino después. A partir de ese momento a los vigueses no les quedó otro escenario que defender el gol que Pablo Durán consiguió en el único remate a portería vigués en todo el partido.
Duele el desenlace por la forma; no por el fondo. Hasta el arrebato de Starfelt el Celta y la Real habían jugado un primer tiempo en el que casi todo había sucedido en el costado derecho del ataque vigués. Últimamente el Celta juega demasiado tiempo en su campo y ese no es un buen síntoma. Su presión no le permite robar demasiado alto y los rivales le aprietan en la salida a base de persecuciones individuales. Sin jugadores de desborde en la conducción y tomando excesivos riesgos en pases interiores, el Celta era incapaz de salir de su madriguera y así la Real no tuvo problemas para llevar al partido al área rival.
A Sotelo (que volvía al equipo) y a Ilaix les costaba encontrar su sitio y las descargas de Borja Iglesias (acompañado por Durán y Jutglá de salida) eran la única vía de salida que encontraba el Celta. Por ahí insitieron hasta que después de un par de intentos tímidos el Celta demostró que cuando algo se ejecuta a la perfección no hay defensa que sea capaz de resistir. La Real era consciente de dónde estaba la amenaza pero aún así no pudo protegerse. Borja Iglesias atrajo a la defensa y descargó en el momento justo para que Jutglá pusiese un balón al pasillo por el que apareció Mingueza al espacio. El catalán colocó el balón al otro costado donde Durán ajustició a Remiro y confirmó que la Real Sociedad tiene un efecto sanador para él (la temporada pasada también se estrenó ante los donostiarras).
El panorama era ideal para el Celta. Aumentaba su posibilidad de castigar a una Real que solo tuvo sus opciones siempre en el juego aéreo gracias a los cabezazos de Herrera y Oyarzabal. Pero entonces Starfelt retrocedió quince años en su vida, a sus tiempos de cadete, de hormonas desatadas y decisiones impetuosas. Se moría el primer tiempo, defendía el Celta con el habitual sufrimiento una secuencia de balones parados y el sueco reaccionó a un atropello de Yangel Herrera con un empellón innecesario. Temerario teniendo una amarilla, irresponsable cuando en tu brazo reposa el brazalete de capitán. Munuera, que ayer tenía el día revuelto, lo mandó a meditar a la caseta y condenó a un irregular Celta a jugar todo el segundo tiempo con un futbolista menos. Panorama más que inquietante.
A la hora de recomponer el equipo Claudio quiso transmitir serenidad y permanecer fiel a su naturaleza atrevida. Lejos de caer en histerias mantuvo a sus tres puntas en el campo y dio entrada a Carlos Domínguez por Sotelo. Ilaix se vio obligado a redoblar su esfuerzo porque aumentaban los metros que debía cubrir, pero el técnico priorizó sostener a sus atacantes para que la Real no se sintiese tranquila del todo.
La idea le duró ocho minutos. Lo que tardaron Mingueza e Ilaix en enredarse (con un despeje y un pase atrás de broma) y facilitar un gol de Oyarzabal que el VAR anuló por situación ilegal del flequillo del delantero. Claudio dio entrada a Rueda por Mingueza y a Hugo Alvarez por Borja Iglesias. Si habría alguna ocasión sería gracias a las carreras de Durán o Llutglá (que además se dejan el alma en tareas defensivas) y prefirió guardar al santiagués para inminentes batallas.
Orden
El Celta se ordenó bien a partir de ese momento. Incapaz de tener la pelota se entregó a un ejercicio de resistencia frente al área de Radu contra un equipo, el donostiarra, que pese a sus problemas clasificatorios va sobrado de calidad y de jugadores amenazantes. Durante casi media hora el Celta defendió su área de manera ejemplar. Radu se hizo respetar, Carlos Domínguez estuvo impecable en su faceta antiaérea y Marcos Alonso sacó ramalazos de su clase para solventar situaciones incómodas.
El tiempo corría y el Celta no parecía asustarse pese a que la Real Sociedad seguía añadiendo futbolistas al área en cada una de sus llegadas. Aparecieron Guedes, Soler, Karrikaburu, Zakharyan...para asustar con el disparo lejano o a base de centros que siempre buscaban más atacantes que defensas. Claudio sacó entonces la carta que tenía guardada para ese momento: las galopadas de Jones. En la cabeza del técnico había una jugada que pasaba por acuchillar por la espalda a una Real cada vez más volcada sobre el área de un Radu que conforme pasaban los minutos fue ganando protagonismo.
El rumano sacó dos remates consecutivos de Karrikaburu y Oyarzabal ridiculizando las dudas que algunos alimentaron sobre su figura durante el verano e hizo creer que sería posible resistir la carga final de los donostiarras. Y entonces llegó la jugada soñada por Giráldez. Ilaix, otro que se agigantó en el segundo tiempo, recuperó un balón y lanzó un pase maravilloso a Jones. Las piernas del delantero se pusieron en marcha, inalcanzables para los defensas y así se plantó con asombrosa facilidad delante de Remiro. Había mil soluciones y eligió el remate cruzado por bajo. Ahora mismo cualquier otra parecía mejor solución. El remate se le fue fuera por un palmo.
Repuestos del sobresalto el partido regresó a su versión anterior. Las piernas del Celta ya estaban al límite, pero la Real encontró el punto de lucidez necesario en un momento de evidene desesperación. Oyarzabal atrajo a dos futbolistas a un costado y Guedes tuvo la paciencia para elegir una zona desde la que poner un centro menos defensible. Soler apareció para conectar un cabezazo que Radu estuvo a punto de sacar. El endiablado bote sobre el terreno empapado lo hizo imposible. Era el minuto noventa. El castillo del Celta se había caído en el último soplido que le quedaba a la Real en los pulmones.
Suscríbete para seguir leyendo
- Homicidio en la estación de autobuses de Vigo: «Llama a la Policía que mataron a Roberto, está lleno de sangre»
- La víctima del crimen de la vieja estación de autobuses de Vigo estaba indefensa y recibió cuchilladas en cuello, tórax y costado
- Declarar las capturas de recreo, obligatorio hasta si no se pesca
- Una vuelta de tuerca inesperada
- La Diputación de Pontevedra, dispuesta a financiar Balaídos para el Mundial 2030 «si hay planificación»
- Ofrenda floral ante la chabola del crimen de la estación de autobuses de Vigo
- «Si se apoyasen nuestros ensayos clínicos, los pacientes gallegos tendrían más oportunidades»
- La Xunta niega la jubilación a un profesor de Vigo con una depresión «irreversible» diagnosticada por tres especialistas
